Pasado reciente
Fuiste aurora nocturna
entre mis sábanas del alba.
La adrenalina y la calma
y la calma y la ansiedad.
Mi espejismo de todo en la nada
y mi realidad; la nada en el todo.
Mi argéntea mente
no me permite manchar
todos esos momentos
que un día creí como áureos
y que ahora veo oxidarse naturalmente.
La llama de mi amanecer
aún sigue encendida,
aunque no estés tú
como centinela dormido
pretendiendo resguardarla
de cualquier repentino apagón.
Necesito nocturnidad en la noche,
luz en la mañana,
susurro dual del sol
y la luna al atardecer,
no una mezcla de elementos inconexos
solo conectados
por tus incoherencias.
Ojalá
He parado mis pasos
más de mil veces para
ponerme delante del espejo
y llorar.
He pronunciado sobre unos doscientos
noes, cerrándome así doscientas puertas,
por sentirme demasiado avergonzada
del cuerpo en el que habito.
Vivir alienada de ti misma
es una de las sensaciones más desgarradoras
que puede haber en la faz de la tierra.
Sentir que la única compañía certera (la propia)
es un enemigo expectante en el campo de guerra.
Esa ardiente alienación no es tu culpa.
No es tu culpa si te sientes mal
Por no encajar
En los cánones cambiantes e irreales
Que nos inyectan en el cerebro
Con una fría y punzante aguja no de metal,
sino de hipocresía.
Siempre te va a «faltar» o te va a «sobrar»
Para ser suficiente en los disecados ojos juzgadores.
El día que por fin se te caiga la venda raída
Por el inevitable paso del tiempo
te pondrás delante del espejo para dedicarte
una tímida sonrisa
y desvelar un nuevo brillo en las pupilas
y convertirás los noes en síes
y estarás ahí para ser testigo
de más caídas de vendas,
emocionada,
sintiéndote por fin en casa
en tu propio cuerpo.
Olvido
Ya no tengo más poemas
con tu nombre
en la cima de mis labios,
ni más recuerdos nuevos con tu imagen
grabada en el brillo de mis ojos.
Es el curso de la vida.
un río con cauce salvaje
y retorcido.
Veo cómo nos separa la corriente,
cómo me ves ahogándome
sin hacer nada.
Sensación de asfixia.
Gritos ahogados por
las manos estranguladoras
del malévolo fondo.
Ya no sentía tu presencia.
Nuestras vidas ya no estaban entrelazadas,
juntadas por la casual brisa invernal.
Ya no estabas
y yo me ahogaba.
No podía seguir ahogándome.
No me viste coger impulso.
Yo sí me vi.
Me tengo.
Estrofas cortas
No quieras obtener
lo que no eres capaz de regalarle
a la que comparte sábanas contigo,
ingenua,
sin saber nada.
No puedes exigir el respeto
que no estás dando.
No puedes seguir tensando
aun más la soga de la ansiedad
al cuello.
Sanar poco a poco
Soltar todo lo que quema
por dentro,
soltarse de la cuerda
trenzada con espinas,
en resumen; soltar.
Dejar atrás,
o, al menos, tener esa intención,
todo lo que duele.
Arrugar todas las pesadillas paralizantes
en noches de tormenta
como si fuera un papel insignificante
antes de tirarlo a la basura.
Y respirar.
Cerrar los ojos,
sentir la piel erizándose
por las caricias
que la brisa de la tranquilidad
trae consigo.
Sentir, también, que todo vuelve a tener sentido,
que las gotas de lluvia son revitalizantes.
Sin esencia
Como un viento perdido y frío
anduvo días y días buscando
calor, bebida, cariño.
Sintiendo que nevaba
dentro,
creyó que los recuerdos eran hielo.
se habían convertido en un cristal
emponzoñado cuyo propósito era dejarle
sin esencia.
Vaciarle entero.
Dejar solo la coraza externa.
Una máscara sin actor.
Una casa abandonada.
Una primavera sin perfume.
Y su borrasca congelada seguía autómata ese camino
pensando que era el único
hasta que unas manos de sol
le acariciaron la pálida piel.
Esas manos venían de haberse cortado
con el punzante cristal.
Ya no había herida, solo cicatriz.
La nieve estaba empezando a descongelarse.
Sólo pudieron sonreírse con la mirada.
La brisa con ese olor tan peculiar a primavera,
a frescura,
a renacimiento,
se cuela por los recovecos de mi ventana solitaria
y acaricia mi nariz suavemente
con su tacto floral
en mis noches con insomnio y ansiedad.
Se va por un segundo y ya hace que anhele su presencia.
Se va por un segundo para volver al siguiente
siguiendo el ritmo de mis respiraciones.
Me despeina el pelo levemente
como si tratara de jugar como un niño
conmigo.
Quizás para hacerme olvidar,
conciliar el ansiado sueño
y respirar.
Hielo
Su pálida y brillante piel se ha dado cuenta.
Los besos que empezaron siendo tímidos
ahora están hechos de frío metal.
Esos besos que un día llegaron a ser
apasionados, candentes
ahora no son nada. Solo rutina.
Los besos que reclamaban suspiros
como recompensa parecen estar dormidos
en fragancia de lavanda como si ya nada importara.
Ya no siente el fuego de tus labios
infligiendo esa dulce tortura,
devorándola ferozmente.
Ahora es todo hielo,
Tus labios, tu mirada, tus manos.
Escalofríos
La cima de sus rubíes acarició
la suavidad de mi niebla rosada
en un beso torpe y tímido
que se tornó en almizcle erotizante.
Lentamente, poco a poco,
casi torturándome inconscientemente,
muerdes con dedicación
mi ya sonrojado labio.
No quiero hacerte cantar victoria tan pronto,
ahogo el suspiro que has tejido en mí.
Siento tu mano acariciarme la cintura
de una forma tan inocente
que me hace tener pensamientos
no tan inocentes.
Nos separamos,
nos sonreímos,
nos despedimos.
Quiero más. Mucho más.
La adrenalina se transforma en escalofrío
a lo largo de toda mi piel.
No. Poco a poco.
Quiero saborear cada instante.
Límites al mar
Sé con certeza
que es aire lo que respiro
al levantarme,
que las nubes son agua condensada
y que cada célula de mi ser
está entrelazada con la fragancia
que tu cuerpo emana,
que la mezcla salada de nuestro sudor
es lo que me renueva por completo.
Son cosas evidentes.
Nadie le puede poner límites al mar.
Automatic romanticization
Aún no se ha posado la aurora
en su paladar y ya escucha irreales palabras
de amor,
aún no sabe andar con firmeza
y los únicos estímulos a los que se ve expuesta
son meras caricaturas de una realidad
inexistente
y que cambiará su forma de relacionarse
por completo.
Es la idea de amor romántico lo que inició
la obra de destrucción que ahora ve a sus pies.
Los escombros de las promesas de amor eterno
que se metieron en su cabeza
como okupas.
Quizás no consigue lo que busca
porque le han enseñado a buscar
lo que no existe.
La cruda realidad
Han pasado ya bastantes meses
pero aquel recuerdo vuelve a mi cabeza
como ave migratoria
que nunca abandona definitivamente
su hogar.
Vuelven los gritos
reminiscentes hundiéndose
En mis tímpanos en flor
sangrando.
Miro a la cruda realidad
y mi cuerpo entero se congela
mientras mi último aliento
juega a pronunciar de nuevo tu nombre.
Efímero
Efímero fue el último beso
ese que estuvo rodeado por suspiros y gemidos
en voz baja.
Sin embargo, me cuesta tanto sacar ese recuerdo
de mi tumultuosa mente.
Aún recuerdo mirarte mientras sentía tu pecho
contra mi pecho, sin nada que nos separara
y recitar «es tan corto el amor, pero tan largo el olvido».
Porque todo fue efímero, pero aún sigues en mí.
Eres la sombra que se esconde en cada uno de mis pensamientos,
la tímida sonrisa que se asoma por la comisura de mis labios
al recordar la obsolescencia programada a la que estábamos destinados.
Besos
Echo la vista atrás
y me faltan besos,
besos de buenos días
y buenas noches,
besos entre carcajada y carcajada,
besos intimistas
en medio de la plateada noche.
¿Dónde estaba toda esa pasión que pusimos?
Quizás se encuentra dormida
en los besos que jamás nos dimos,
en las palabras que nunca nos dijimos,
ahogadas en el fondo del mar.
Había conexión, pero no amor,
ni besos
o atardeceres nuevos
entre tus brazos.
Sal y limón
No eres otra cosa sino la herida
de la que siempre me quito la costra.
Vuelves a doler.
Parece que disfruto guardando ese dolor
en el pecho afligido.
No dudes de mí si te digo que no soy yo
la que esparce el zumo de limón y la sal
en la herida en la que habitas.
A veces las gotas que te mojan
no son otra cosa sino tequila para olvidarte.
Lo estoy consiguiendo.
Cada día tu morada en mí es más pequeña.
Todavía habitas en mi pecho, en mi cabeza,
todo mi cuerpo aún te recuerda.
Cada día con menos frecuencia
e intensidad.
Sin embargo, sigues doliendo.
He aprendido a vivir con ese dolor,
lo he aceptado y lo he hecho mío.
No me vas a doler más de la cuenta.
No puedes hacerlo.
Yo seguiré mi camino con esta herida
hasta que se haya desvanecido por completo.
Y cuento los días para volver a beber ese tequila mágico,
esta vez para celebrar que ya te he olvidado.
Que la herida está cerrada,
y que por fin soy capaz de sonreírle a mi reflejo.
Un respiro
Por fin puedo respirar.
Tranquila,
mirando al cielo
y sonriendo por cada pequeño detalle,
por cada rayo de sol,
por cada sonrisa tímida
que ahora soy capaz de esbozar.
Tengo lo que siempre quise;
calma.
Tanto la busqué y tanto tardó en llegar.
Cada día de ansiedad, incertidumbre,
uno a uno, me han llevado aquí.