Antología de Gemma VIII: arco evolutivo

Pasado reciente

Fuiste aurora nocturna

entre mis sábanas del alba.

La adrenalina y la calma

y la calma y la ansiedad.

 

Mi espejismo de todo en la nada

y mi realidad; la nada en el todo.

 

Mi argéntea mente

no me permite manchar

todos esos momentos

que un día creí como áureos

y que ahora veo oxidarse naturalmente.

 

La llama de mi amanecer

aún sigue encendida,

aunque no estés tú

como centinela dormido

pretendiendo resguardarla

de cualquier repentino apagón.

 

Necesito nocturnidad en la noche,

luz en la mañana,

susurro dual del sol

y la luna al atardecer,

no una mezcla de elementos inconexos

solo conectados

por tus incoherencias.

 

Ojalá

He parado mis pasos

más de mil veces para

ponerme delante del espejo

y llorar.

He pronunciado sobre unos doscientos

noes, cerrándome así doscientas puertas,

por sentirme demasiado avergonzada

del cuerpo en el que habito.

 

Vivir alienada de ti misma

es una de las sensaciones más desgarradoras

que puede haber en la faz de la tierra.

Sentir que la única compañía certera (la propia)

es un enemigo expectante en el campo de guerra.

 

Esa ardiente alienación no es tu culpa.

No es tu culpa si te sientes mal

Por no encajar

En los cánones cambiantes e irreales

Que nos inyectan en el cerebro

Con una fría y punzante aguja no de metal,

sino de hipocresía.

 

Siempre te va a «faltar» o te va a «sobrar»

Para ser suficiente en los disecados ojos juzgadores.

 

El día que por fin se te caiga la venda raída

Por el inevitable paso del tiempo

te pondrás delante del espejo para dedicarte

una tímida sonrisa

y desvelar un nuevo brillo en las pupilas

y convertirás los noes en síes

y estarás ahí para ser testigo

de más caídas de vendas,

emocionada,

sintiéndote por fin en casa

en tu propio cuerpo.

 

Olvido

Ya no tengo más poemas

con tu nombre

en la cima de mis labios,

ni más recuerdos nuevos con tu imagen

grabada en el brillo de mis ojos.

 

Es el curso de la vida.

un río con cauce salvaje

y retorcido.

 

Veo cómo nos separa la corriente,

cómo me ves ahogándome

sin hacer nada.

 

Sensación de asfixia.

Gritos ahogados por

las manos estranguladoras

del malévolo fondo.

 

Ya no sentía tu presencia.

Nuestras vidas ya no estaban entrelazadas,

juntadas por la casual brisa invernal.

Ya no estabas

y yo me ahogaba.

No podía seguir ahogándome.

No me viste coger impulso.

Yo sí me vi.

Me tengo.

 

Estrofas cortas

No quieras obtener

lo que no eres capaz de regalarle

a la que comparte sábanas contigo,

ingenua,

sin saber nada.

 

No puedes exigir el respeto

que no estás dando.

 

No puedes seguir tensando

aun más la soga de la ansiedad

al cuello.

 

Sanar poco a poco

Soltar todo lo que quema

por dentro,

soltarse de la cuerda

trenzada con espinas,

en resumen; soltar.

 

Dejar atrás,

o, al menos, tener esa intención,

todo lo que duele.

 

Arrugar todas las pesadillas paralizantes

en noches de tormenta

como si fuera un papel insignificante

antes de tirarlo a la basura.

 

Y respirar.

Cerrar los ojos,

sentir la piel erizándose

por las caricias

que la brisa de la tranquilidad

trae consigo.

 

Sentir, también, que todo vuelve a tener sentido,

que las gotas de lluvia son revitalizantes.

 

Sin esencia

Como un viento perdido y frío

anduvo días y días buscando

calor, bebida, cariño.

Sintiendo que nevaba

dentro,

creyó que los recuerdos eran hielo.

se habían convertido en un cristal

emponzoñado cuyo propósito era dejarle

sin esencia.

Vaciarle entero.

Dejar solo la coraza externa.

Una máscara sin actor.

Una casa abandonada.

Una primavera sin perfume.

Y su borrasca congelada seguía autómata ese camino

pensando que era el único

hasta que unas manos de sol

le acariciaron la pálida piel.

Esas manos venían de haberse cortado

con el punzante cristal.

Ya no había herida, solo cicatriz.

La nieve estaba empezando a descongelarse.

Sólo pudieron sonreírse con la mirada.

 

La brisa con ese olor tan peculiar a primavera,

a frescura,

a renacimiento,

se cuela por los recovecos de mi ventana solitaria

y acaricia mi nariz suavemente

con su tacto floral

en mis noches con insomnio y ansiedad.

 

Se va por un segundo y ya hace que anhele su presencia.

Se va por un segundo para volver al siguiente

siguiendo el ritmo de mis respiraciones.

Me despeina el pelo levemente

como si tratara de jugar como un niño

conmigo.

Quizás para hacerme olvidar,

conciliar el ansiado sueño

y respirar.

 

Hielo

Su pálida y brillante piel se ha dado cuenta.

Los besos que empezaron siendo tímidos

ahora están hechos de frío metal.

Esos besos que un día llegaron a ser

apasionados, candentes

ahora no son nada. Solo rutina.

Los besos que reclamaban suspiros

como recompensa parecen estar dormidos

en fragancia de lavanda como si ya nada importara.

 

Ya no siente el fuego de tus labios

infligiendo esa dulce tortura,

devorándola ferozmente.

Ahora es todo hielo,

Tus labios, tu mirada, tus manos.

 

Escalofríos

La cima de sus rubíes acarició

la suavidad de mi niebla rosada

en un beso torpe y tímido

que se tornó en almizcle erotizante.

 

Lentamente, poco a poco,

casi torturándome inconscientemente,

muerdes con dedicación

mi ya sonrojado labio.

 

No quiero hacerte cantar victoria tan pronto,

ahogo el suspiro que has tejido en mí.

Siento tu mano acariciarme la cintura

de una forma tan inocente

que me hace tener pensamientos

no tan inocentes.

 

Nos separamos,

nos sonreímos,

nos despedimos.

 

Quiero más. Mucho más.

La adrenalina se transforma en escalofrío

a lo largo de toda mi piel.

No. Poco a poco.

Quiero saborear cada instante.

 

Límites al mar

Sé con certeza

que es aire lo que respiro

al levantarme,

que las nubes son agua condensada

y que cada célula de mi ser

está entrelazada con la fragancia

que tu cuerpo emana,

que la mezcla salada de nuestro sudor

es lo que me renueva por completo.

Son cosas evidentes.

Nadie le puede poner límites al mar.

 

Automatic romanticization 

Aún no se ha posado la aurora

en su paladar y ya escucha irreales palabras

de amor,

aún no sabe andar con firmeza

y los únicos estímulos a los que se ve expuesta

son meras caricaturas de una realidad

inexistente

y que cambiará su forma de relacionarse

por completo.

Es la idea de amor romántico lo que inició

la obra de destrucción que ahora ve a sus pies.

Los escombros de las promesas de amor eterno

que se metieron en su cabeza

como okupas.

Quizás no consigue lo que busca

porque le han enseñado a buscar

lo que no existe.

 

La cruda realidad

Han pasado ya bastantes meses

pero aquel recuerdo vuelve a mi cabeza

como ave migratoria

que nunca abandona definitivamente

su hogar.

Vuelven los gritos

reminiscentes hundiéndose

En mis tímpanos en flor

sangrando.

 

Miro a la cruda realidad

y mi cuerpo entero se congela

mientras mi último aliento

juega a pronunciar de nuevo tu nombre.

 

Efímero

Efímero fue el último beso

ese que estuvo rodeado por suspiros y gemidos

en voz baja.

 

Sin embargo, me cuesta tanto sacar ese recuerdo

de mi tumultuosa mente.

Aún recuerdo mirarte mientras sentía tu pecho

contra mi pecho, sin nada que nos separara

y recitar «es tan corto el amor, pero tan largo el olvido».

 

Porque todo fue efímero, pero aún sigues en mí.

 

Eres la sombra que se esconde en cada uno de mis pensamientos,

la tímida sonrisa que se asoma por la comisura de mis labios

al recordar la obsolescencia programada a la que estábamos destinados.

 

Besos

Echo la vista atrás

y me faltan besos,

besos de buenos días

y buenas noches,

besos entre carcajada y carcajada,

besos intimistas

en medio de la plateada noche.

 

¿Dónde estaba toda esa pasión que pusimos?

Quizás se encuentra dormida

en los besos que jamás nos dimos,

en las palabras que nunca nos dijimos,

ahogadas en el fondo del mar.

 

Había conexión, pero no amor,

ni besos

o atardeceres nuevos

entre tus brazos.

 

Sal y limón

No eres otra cosa sino la herida

de la que siempre me quito la costra.

Vuelves a doler.

Parece que disfruto guardando ese dolor

en el pecho afligido.

No dudes de mí si te digo que no soy yo

la que esparce el zumo de limón y la sal

en la herida en la que habitas.

A veces las gotas que te mojan

no son otra cosa sino tequila para olvidarte.

Lo estoy consiguiendo.

Cada día tu morada en mí es más pequeña.

Todavía habitas en mi pecho, en mi cabeza,

todo mi cuerpo aún te recuerda.

Cada día con menos frecuencia

e intensidad.

Sin embargo, sigues doliendo.

He aprendido a vivir con ese dolor,

lo he aceptado y lo he hecho mío.

No me vas a doler más de la cuenta.

No puedes hacerlo.

Yo seguiré mi camino con esta herida

hasta que se haya desvanecido por completo.

Y cuento los días para volver a beber ese tequila mágico,

esta vez para celebrar que ya te he olvidado.

Que la herida está cerrada,

y que por fin soy capaz de sonreírle a mi reflejo.

 

Un respiro

Por fin puedo respirar.

Tranquila,

mirando al cielo

y sonriendo por cada pequeño detalle,

por cada rayo de sol,

por cada sonrisa tímida

que ahora soy capaz de esbozar.

Tengo lo que siempre quise;

calma.

Tanto la busqué y tanto tardó en llegar.

Cada día de ansiedad, incertidumbre,

uno a uno, me han llevado aquí.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.