Espuma de mar
Si dices que mi piel es espuma de mar,
tus ojos guardan cien mil océanos
en el cofre de sus pupilas.
El sosegado oleaje es la canción
que a unísono recitamos
cuando las caricias
se convierten en besos,
y los besos en suspiros ahogados.
Nuestras risas
se buscan ansiosas
para entrelazarse
y no soltarse,
como si fueran compañeras
de un largo viaje sin rumbo predestinado.
Ni las fuerzas más poderosas
y malévolas
enmascaradas en falsa empatía
las podrían separar.
Afilada confusión en el seno ajeno,
cuando nos vislumbran a lo lejos
reuniéndonos,
después de que el punzante acantilado
nos separara momentáneamente.
Veo tus ojos de zafiros por ofrecer
y sé que tú ves mis ganas de cuidarlos
cuando me miras recién levantada
con una camiseta tuya
y el pelo enmarañado.
Se puede sentir la brisa marina
bailando a nuestro alrededor
mientras compartimos miradas
bajo la luz del sol fulgente
que nos espía desde la ventana
y nos sonríe.
Somos el sabor salino del otro.
Somos uno,
como el mar y su espuma.
No me sueltes
Me haces feliz
cuando duermes plácidamente.
Tu respiración acaricia mi pecho.
Entonces me llamas con tu rasposa voz
y hay algo en mí que se rompe
de la forma más poética
que he experimentado.
Los miedos se desvanecen
uno a uno cuando dices mi nombre,
cuando besas cada lágrima
derramada en mis peores momentos.
No hace falta que lo digas;
sé que tengo el mismo efecto en ti.
Veo el naciente brillo de tus ojos cuando me miras
y te sonrío ensimismada
por todo lo que me haces sentir.
Amor, vuelve a dormirte en mi pecho,
envuélveme con tus brazos,
no te vayas.
Tienes las llaves
de lo más acorazado de mi corazón.
Fábula
Se dejó enredar.
Dejó que tu mentira se extendiera
por su cándido cuerpo
como una zarza venenosa.
Ignoraba las agrias espinas
mientras derramaba cada gota de sangre
y alababa tus escasos frutos.
No tardó mucho la diabólica planta
en convertirse en serpiente estranguladora
para robarle cada respiración
y crear esa dependencia que tanto buscabas.
No sé si te fuiste antes de que sacara el fatal cuchillo
para acabar con todo.
Arrástrate,
corre,
ve a mortificar a la siguiente flor
entre tierra estéril.
Deja que el cargo de conciencia te carcoma
antes de llegar a ella.
Esperanza somnolienta
Sonríe al reflejo nevado
de la ventana olvidada
creando figuras
con los destellos de la noche.
Se le escapa una sonrisa prepuberal
al ver las infinitas posibilidades
que ofrecen las estrellas lejanas
como si fueran los mapas de su vida.
Solo es una niña
con brillo en los ojos.
Sueña con un futuro esmeralda
rozándole los labios.
Las estrellas siguen bailando,
no sabe que la luna brilla
y no es por ella.
Aurora
Federico, la aurora ya no solo está en Nueva York, perdónanos.
La aurora se despierta entre la noche,
desgastada,
con mil transeúntes caminando ya por su boca.
No sabrán que hacia el final del día
se ahogarán como un niño en un mar de posibilidades
y les atravesarán mil cuchillos llenos de ansiedad,
presión, prejuicios y una muerte diaria
a la que ya están acostumbrados.
Angustiada se levanta la aurora
rodeada de vómito propio y ajeno.
El odor recuerda los litros de alcohol ingerido
hace escasas horas
intoxicando a la pobre alma sin consuelo.
El sol va asomándose al mundo
y los gritos de dolor en busca de ayuda cesan.
Es el falso sentimiento de seguridad del día.
Los gritos se vuelven internos.
Los ríos salados han creado su cauce
en la tez arada por el tiempo
y pisoteada por la conmoción.
El sabor amargo del limón carcelero
es asiduo en la lengua
del antiguo promotor de la paz.
Hundimiento
Te susurro y no contestas,
Te llamo y no contestas.
Te grito y no contestas.
Me ahogo con mi propia agua salina
y reaccionas.
No para tenderme una mano cómplice
y sacarme de la tempestad
en la que mi mente está atrapada,
sino para terminar de hundirme
sumergiendo mi cabeza en el agua fría.
Y eso no es lo peor.
Esperas resultados completamente diferentes
a la inversa.
Luz. Brújula. Salvadora.
Sabes que es parte de mi esencia.
Te aprovechas.
Me termino de ahogar sabiendo que no es recíproco.
Melodía olvidada
Tu recuerdo
es un soneto sádico y solitario
tan silencioso
que es casi insonoro,
como las canciones solemnes
de los simples solsticios -casi- olvidados
con imágenes sensuales sin censurar.
Tu recuerdo navega por los caudales salvajes de los ríos
de mi psique
en pequeños susurros.
Empatía
Ser capaz de ver el dolor
en los ojos ajenos
no es un don.
Saber ser clara
sin ser hiriente
no es algo innato.
Sentir un torbellino de emociones
y poder controlarlo
no es sobrenatural.
La empatía se practica.
Te abraza
y reconforta al alma ausente
trayéndola gentilmente
de vuelta a la realidad.
No es un don, no es magia,
es naturaleza humana
puesta en práctica.
Sanar el alma
Inevitablemente se me escapa una sonrisa interna.
No sé si calificarlo como egocentrismo
o simplemente como terror.
Estoy intentando ser más difícil de leer,
de cerrar mi libro,
como el que cierra de un portazo
una puerta de metal
sin mirar atrás.
Solo para que no sea evidente dónde apuñalar
para matar.
No sé si seré capaz de conseguirlo.
Cada una de tus miradas
calientan mi lúgubre interior
que daba ya por marchitado.
La suavidad de mis labios,
nerviosa,
te da la bienvenida,
soleado sueño.
Algunos podrían pensar
que me empequeñezco
queriendo salir de ahí
y lo único que en realidad hago
es pensar en cómo puedo ganar
un par de segundos más,
contigo,
en paz.
Y ahí estás tú, sin huir,
haciendo que me olvide
de todas mis sombras
sin saberlo.
Ojalá pudiera darte más.
Lo intento, de verdad.
Y cada día más
cuando vislumbro
tus manos de mármol
esperándome en el sol
sin obligarme a apresurarme.
Eres verano para mi invierno.
Espero saber estar a la altura.
Admiración recíproca
Inaudito me parece
eso de conectar profundamente
con otra alma humana.
Y aún más cuando esas dos lenguas
se entrelazan física y mentalmente.
Es un sentimiento indescriptible
sentir que existen tantísimas similitudes
con otros labios rosados
y que hay aún más diferencias entre los dos
con las que se puede iniciar
un proceso de enriquecimiento mutuo.
Admirar a esa alma libre
que además te hace volar
es inaudito.
Despiértenla.
¿De verdad es un sueño?
Nihil novum sub sole
Seré lienzo en blanco
si necesitas pintar.
Papel novísimo,
si necesitas escribir.
Antiguo papiro
si necesitas sabiduría.
Obra de arte,
si necesitas contemplar.
Poema,
si necesitas desconectar.
Sonríes
mientras te recito en la cama,
abrazados,
juntos.
Pero esa sonrisa me deja entrever
que sabes que soy
hombro para llorar,
apoyo infinito,
confidente atemporal.
Te lo susurro con la mirada
mientras que mis labios pronuncian:
nihil novum sub sole.
Rutina
Sabes que nunca me gustaron las voces estridentes,
por eso adoro tu voz
susurrante
de dulces notas
que baila en mi oído
con destreza y suavidad.
Sabes bien que tengo infinidad de heridas
aún por curar.
Las escondo con vergüenza.
Sin embargo, tú eres capaz de acariciarlas
recordándome que el dolor
algún día se irá.
Sé que escondes en esas aguamarinas
muchas inseguridades
y poco a poco,
pones la confianza en mí
para abrirte
y soltar todo lo que te atormenta
antes de dormir.
Sé que el tacto de mi piel contra la tuya
es una de tus sensaciones favoritas,
por eso te despierto
entre caricias y cosquillas,
para besarte la carcajada
que me ilumina por dentro.
Es como si nos conociéramos desde siempre.
Nocturnidad
Agitadas y suspirando.
Así estaban nuestras almas
desde que nos vimos por primera vez.
Era científicamente imposible
sentir a una persona como hogar,
pero sabes que yo siempre fui más literaria.
Por eso el latido de tu corazón cobrizo
me hacía florecer en tu pecho.
Tus labios me hacían recitar
los sonetos más íntimos
sin palabras.
Dispersada por todo el cielo
creyéndome infinita
mezclada con la brisa de tu aliento.
Cerezo en flor temprana,
expuesto, en peligro, fuerte.
Metáfora melódica.
Caricia de terciopelo.
Infidelidad
No existe peor infidelidad
que la emocional.
El engaño físico es puñalada
en el pecho enamorado,
pero el engaño emocional
es cianuro escondido
en besos mortíferos.
Estoy viendo lentamente tu decadencia,
cómo la palidez de tu cara te consume
poco a poco.
Sé que te das cuenta,
pero no quieres admitirlo.
Te ha hecho adicta a él.
También veo sus ojos negros encenderse
al verla. No sé si se encienden de amor
o de sadismo
recreándose en el dolor que está causando
por partida doble.
Sólo sé que ella le mira igual que tú,
le acaricia con el mismo cariño,
y está tan demacrada como tú.
Sois víctimas del mismo veneno.
Las dos caras
del mismo sufrimiento
en manos de un aprovechado.
Solo veo lágrimas
pero sé que las suyas,
ojos ennegrecidos malévolos,
no eran verdaderas.
Ese nudo en la garganta
no era otra cosa que remordimiento.
Porque hasta el diablo tiene conciencia.
Nuevos sentimientos
Tengo miedo
de que me dejes caer
y me rompa aún más.
Tengo miedo
porque no quiero
proyectar mis traumas en ti.
Tengo miedo
de tener razón
y de asfixiarme entre pensamientos.
Tengo miedo
y, aunque me es inevitable,
no quiero dejarte pasar
a lo más recóndito de mí.
Intuyo que lo sabes,
pero tengo miedo
de sentir ese torbellino de emociones
cada vez que he visto cómo se repetía la historia
una y otra vez
en diferentes laberintos
con la misma salida.
Dolor.
No pierdas el tacto sanador
que tienes para mí,
enséñame los pasadizos secretos,
la salida alternativa
y salgamos los dos tomados de la mano
sin puñales escondidos.
Seguiré teniendo miedo
Lo sé.
Pero, también sé que se minimizará
al ver que tu mirada fulgente me sigue alumbrando.