Toxicidad
Sabes que hay un problema,
un problema preocupante,
cuando la miras y no te brillan los ojos,
cuando su tacto te repele,
te da arcadas y sientes la bilis
escalar hasta lo más alto de la garganta.
El miedo de no encajar, de sentirte atrapada
en unos brazos —que consideras— extraños.
Noches vacías, saladas, oscuras, ahogadas.
Es un problema preocupante
cuando tienes una relación tóxica
contigo misma.
Ausencia en la presencia
Ya me he acostumbrado
a tenerte y no tenerte.
Mi cometido nunca fue aclamarte
como mío.
Pero, en cierta manera, me gustaría saber
que el aire que inhalas
y exhalas
mientras estamos perdidos
entre las sábanas
no es solo tuyo.
También me gustaría que mostraras tu vulnerabilidad
al admitirme cuántos pensamientos
me tienen como protagonista
en esa agitada mente
que tanto adoro.
Déjame ver el dolor que escondes
en tu acongojado pecho de oro
y sabré cómo amarte a medida.
Porque empiezo a vivir contemplando cada misterio
que esconden esos labios
entre debates transcendentales
de los que somos los únicos testigos.
Sin embargo, sigues huyendo.
¿De qué tienes miedo?
Sigues huyendo como un bandido expatriado,
sin embargo, nunca te urgí a irte de mi lado.
Cuando se te olvidan los cargos que llevas a tus espaldas
vuelves
y me haces sentir tuya —aunque nunca dejé de serlo—
y te vuelves mío.
No sé cuánto tiempo aguantarás
sin alzar el vuelo de nuevo,
no sé cuánto tiempo aguantaré siendo tuya
sabiendo que tú nunca fuiste mío.
Límites
Poner límites nunca fue uno de mis fuertes,
quizás por eso mismo he terminado pisoteada
alguna que otra vez.
Es la consecuencia de ser prudente,
maldita prudencia que me consume ávidamente…
Es el miedo de congelar el verano que un alma nueva
me hace sentir,
temer que el fuego del interés se apagará,
que vendrá un vendaval que termine con todo.
Pero no.
La tempestad se extinguiría al no poder pasar
por los límites que hemos puesto los dos,
hablando, poniéndonos de acuerdo
a los pies de la chimenea que actúa como testigo
de esta historia que se está bordando
en el tapiz de nuestra vida.
Sabes bien que no ocurrió nada de eso.
Viste que mi mano dulce era capaz de alzarse
para acordar esos áureos límites.
Y sonreíste. La sonrisa más oscura
que he visto salir de esos labios
a los que tanto he adorado
como un falso dios.
Coge toda mi esencia, vamos,
exprime cada gota
y déjame seca, sedienta
de afecto.
Aprovéchate de esta tierra sin límites,
conviértela en un árido paisaje en ruinas.
Empatía
Sentía que llovía fuera
y dentro,
escuchaba el eco de las gotas de lluvia
contra el cristal salvador
mientras las palabras de mi psicóloga
se quedaron tatuadas en mi mente
con tinta roja.
Entender las actitudes de alguien no las justifica.
Y todo tuvo sentido entones.
Todo en exceso es perjudicial
para el alma humana,
hasta la empatía.
Deseo al azar
No puede controlarlo,
las palabras salen de su mente
como misiles en guerra
atacando al vil papel
que inmóvil yace,
sin ninguna posibilidad de escapar.
Las lágrimas que se escurren.
Como diamantes por sus mejillas.
Tampoco es algo que pueda controlar.
Como las ganas de gritar,
de arrancarse la piel hasta no ser nada más
que músculo, nervios y huesos.
Y dejar de ser emociones mareantes,
que no hacen otra cosa que traerle
niebla de cuchillos.
No puede controlar la contradictoria atracción
que aún siente por esa alma sombría.
Las sensaciones que un día desveló, rápidamente,
sin esfuerzo, con firmeza,
y de las que aún siente ecos en su cabeza
cuando le piensa demasiado.
No puede controlar nada de eso,
pero intentará no escribirle más
para paliar las quemaduras
que siente en lo más hondo de su pecho.
Puta – 8M2022
Es tan poderoso un revólver cargado
como una mujer sin miedo.
Una mujer que mira al frente incluso
cuando le escupen a la cara
con mirada de asco.
Desafía el orden establecido
eso que llaman seguridad
en un nombre femenino.
La guitarra, una vez tocada, pierde todo su valor.
O, al menos, eso era lo que le habían enseñado.
Vio que el revólver, una vez disparado, se volvía más fuerte.
Y comenzó a cuestionarse todo lo que entendía por verídico hasta entonces.
Es pilar, erigido majestuosamente, sin posibilidad de derrumbe.
Esa es la fortaleza que esconde en su pecho cada mujer.
A veces es fortaleza obligatoria
cuando no sienten seguridad en las calles.
Cargan esas llaves
que preparan como improvisada arma blanca
con todo el miedo y toda la rabia que guardan
por ser calandria
en un mundo de cazadores.
Con esa rabia tomaron todo aquello que utilizaron para hundirlas
durante siglos y siglos.
Y ahora podemos gritar a los cuatro vientos
que somos unas brujas, unas zorras,
Unas putas.
No tenemos miedo a nada.
Sus palabras no tienen efecto en nuestro pecho.
Si nos quiere llamar putas, asentiremos,
sintiéndonos orgullosas del río sin fin
que recorre nuestras caderas
por el que fluye nuestra sensualidad
y nuestra sexualidad.
Nos llamarán putas por decir que no,
por disfrutar de nuestros cuerpos,
por nuestro vestuario,
por ser buenas en nuestro trabajo,
aunque más de uno no crea en eso de los méritos propios.
Nos llamarán putas por la rabia que sentirán
al ver que las cosas están cambiando.
Que estamos juntas, con nuestros aliados, en este coup d´État
para librarnos del yugo
que llevamos demasiado tiempo arrastrando.
Nos llamarán putas
como si nos estuvieran quemando
sintiendo reminiscencia por otros tiempos
y no sabrán que somos tan brujas como putas.
Nos llamarán putas
como a todas esas mujeres trabajadoras
que fueron carburante
para la futura explosión.
Nos llamarán putas
como a todas esas mujeres
que escribieron la palabra libertad permanentemente
en las que vendrían después.
Nos llamarán putas
y no sabrán
que para nosotras esa palabra
ya no es un insulto. Es una liberación.
Víctima o la necesidad de justificarlo todo
Reflexiono.
Me siento débil. Culpable.
¿Son mis palabras
un arma para victimizarme?
Quizás lo pueda parecer,
pero, al fin y al cabo,
todos somos los héroes
en nuestra historia,
por muy villanos
que en realidad seamos.
Soy consciente
del daño que he podido causar,
y me arrepiento,
y ojalá todos mis besos sean de vainilla
y no de cianuro
para el corazón puro.
Progresión lineal
Ahora me hace gracia pensar
que hubo un tiempo
en el que no me sentía suficiente
para él.
Me carcomía pensar que no era lo mejor
que podría haber para complementar su esencia.
El tiempo, gran profesor, ha sido capaz de enseñarme
que, una vez más, estaba equivocada.
No es que no fuera suficiente,
sino que era demasiado para ti.
Me sentía diminuta estrella intentando iluminar
tu planeta
y no me di cuenta de que era la estrella principal
en otro sistema solar.
Cambiaron las tornas
y me demostraste
que era una mujer
para un niño.
Una rosa
para un desierto.
Brillo
en la oscuridad.
Reminiscencia táctil
Mi tacto tiene memoria.
Cuando abandonas mis suaves sábanas
aún puedo recordar
cómo se derretía cada uno de mis dedos
en tu espalda de piedra caliente.
Esculpida por algún ser divino.
No era perfecta, era preciosa, majestuosa.
Mis caricias por cada cicatriz
trazando caminos llenos de amor
con curvas sensuales
cuyas sombras proyectaba
la luz de las velas
en la tenue habitación.
Grabado en mis labios
está el mapa de tu espalda
de todos los besos que he vertido
en ti.
Idas y venidas
Vienes.
Me dedicas una sonrisa inocente,
unos dulces besos
y comienzas a recorrer mi cuerpo
con unas caricias
bastante menos inocentes.
Me besas, me acaricias,
me haces suspirar
anhelando muchos más besos,
mucho más.
Me reclamas como tuya.
Te demuestro que siempre lo he sido.
Me acaricias, me besas,
me haces anhelar
más intimidad.
Y te vas.
Me dejas vacía,
sin palabras que poder verter
en una mísera hoja de papel.
Porque aún me sigo sintiendo tuya
pero tú ya no estás.
Nunca has estado del todo,
había una parte ausente
que intentaba ignorar
pero era inevitable pensar
que estabas hecho para ser pasajero.
Sólo me podías ofrecer
idas y venidas
bajo tus propios términos
sin aceptar nunca los míos.
Heridas, cicatrices
Nos complementábamos bien.
Tú tenías cicatrices ya sanadas
y visibles
y yo tenía heridas abiertas
escondidas.
Nada podría salir mal.
Pero decidiste echar sal
sobre mis heridas
y convencerme para participar
en ese sádico juego
que tuvo como víctima
mi ya dañada autoestima.
Capas
El ser humano está protegido
por un vasto número
de corazas salinas de cristal.
Se funden toneladas de arena
para convertirse en un tipo de cristal
a prueba de balas,
pero no a prueba de terremotos emocionales.
Y, aunque parezca que salí de eso de una pieza,
la verdad es que todas mis corazas internas
están rotas
o gravemente dañadas,
solo la fachada ha sido capaz de sobrevivir a ti.
No soy nada más que cristales rotos por dentro,
afilados y capaces de dañar
a cualquiera que se acerque.
Mira el desastre que has creado.
Prueba del delito
Leo cada una de tus miradas
ávidamente
expectante por un beso más.
Una sonrisa cálida
al terminar de compartir labios
y sentir que estaban hechos para encajar
a la perfección.
Siento tu mirada en mí
aun teniendo los ojos cerrados.
Te siento tan cerca
que a veces puedo predecir tus movimientos.
Sabes que podría reconocer tu risa
entre la multitud.
Podría diferenciar el latido de tu corazón
y ser capaz de interpretar el cambio de ritmo.
Podría dedicarte versos infinitos
mientras mi cabeza descansa en tu pecho desnudo.
Te siento,
te sueño,
te quiero.