No lo robé, tampoco ensayé
ese futuro que antaño me suicidó.
Sus palabras halagadoras y
su bestia desatada, mientras el príncipe la besaba
sus incrédulas esperanzas, suavizaron mi angustia.
El príncipe se convirtió en rana,
la princesa en ceniza pisada,
y ¿yo? lamentando borracha canté:
Toca para mí y aguanta mi alma apenada.
Sellaron mi corazón como la carne en nochebuena,
se llevaron mi voz como el grito silencioso del karma.
Safo, Pizarnik, Virginia, todas llorarían
si viesen el miedo de las sirenas huyendo de Odiseo,
doloridas y violadas.
Es duro despertar sin Peter pan
abrir los ojos y no poder ni llorar.
Querer luchar y sentir agujetas
pinzando la muerte de tu último aliento.
Es duro ser mujer en 2016.