De música, lingüística y comunicación – «El Silmarillion», de J. R. R Tolkien

Pasé de no querer saber nada de Tolkien a querer hacerle una autopsia literaria. Sí, lo confieso: no vi El Señor de los Anillos hasta hace relativamente poco y todavía no he terminado de leerme la trilogía. De hecho, la abandoné para adentrarme en El temido, un libro al que todos le tienen pánico, y con razón. No es sencillo, ni es una lectura ligera de verano para las tardes de calor. No. Es un libro al que te tienes que entregar al doscientos por ciento.

Me apasiona El Silmarillion. Tanto, de hecho, que nada más terminarlo me embarqué en una segunda lectura para hacerle esa autopsia de la que hablaba. 

Algunos os preguntaréis por qué me dedico a investigar habiendo críticos y fanáticos de las obras de Tolkien que ya lo han hecho anteriormente. ¿Todo sobre la obra de Tolkien está dicho? Puede que sí, pero desgranar un libro, darle un significado, crear mis hipótesis y aprehender son aspectos que me apasionan. No creo que deba dar mayor justificación que esa. 

Después de esta pequeña exoneración, pretendo compartir con vosotros mis divagaciones sobre la segunda lectura que estoy haciendo de El Silmarillion (confieso que hay algunos pasajes, como del que hablaremos hoy, que he leído más de dos y de tres veces).

Esta novela, editada de forma póstuma por el albacea literario y el hijo de Tolkien, Christopher Tolkien, se divide en dos primeros relatos, llamados Ainulindalë y Valaquenta. El primero, La Música de los Ainur en nuestra lengua, es del que hablaremos en este hoy. 

La música está muy ligada a la literatura fantástica, son numerosos los cantos que se dan en el legendario de Tolkien; unas cincuenta canciones, para ser más específicos; o en otras obras de fantasía, como por ejemplo en la trilogía Crónica del Asesino de Reyes, de Patrick Rothfuss, en la que Kvothe nos roba a todos el corazón con su laúd. 

Pero Ainulindalë es totalmente diferente. En este relato la música se hace a través de la palabra y con la música se conceptualiza el mundo. Pero ¿por qué la música? La respuesta más sencilla es porque Tolkien era lingüista y sabía lo que hacía; la larga viene a continuación.

¿Qué fue primero: la música, la lengua o el lenguaje? Hay diferentes teorías antropolingüísticas sobre este tema en concreto. Los más sensatos, quizá, son aquellas personas que no se aventuran a dar una respuesta por las dificultades y obstáculos que se presentan; otros dicen que la música y el desarrollo del lenguaje en la historia van unidos de la mano; y, por último, está la teoría de que la música fue anterior al lenguaje, teoría que Darwin expondría en su libro El origen del hombre. Mi hipótesis es que Tolkien, como lingüista, también creía fervientemente que la música fue de los primeros sistemas de comunicación. 

Pero, ¿qué es el lenguaje, la lengua, el habla y la música? Son conceptos que primero debemos aclarar para, posteriormente, poder comprender la belleza que emana de este relato del que hoy hablamos.

El lenguaje se trata de la facultad del hombre para expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos (DLE). Existen diferentes tipos de lenguajes: verbal, no verbal, natural y artificial, con sus respectivas subcategorías. Dentro del lenguaje verbal tenemos el escrito y el oral, lenguajes comúnmente empleados entre los hablantes de una lengua. En el lenguaje artificial encontramos el matemático, el lenguaje de programación e incluso el lenguaje musical. El lenguaje musical es una expresión artística creada por el ser humano con sus propios signos y reglas de lectura y escritura. 

Sin embargo, nosotros nos debemos centrar no en lo que es, sino en lo que una vez, hace miles de años, fue. 

Dentro del lenguaje verbal podemos encontrar las lenguas, es decir, los sistemas de comunicación verbal propios de una comunidad humana y que cuentan con escritura con estructuras complejas. 

Si volvemos de nuevo a la definición de lenguaje, es decir, la facultad del hombre para expresarse y comunicarse, podríamos quitarnos ya una de las incógnitas y decir que esta característica es la primera que surge. Ahora bien, ¿lenguaje verbal o musical? Despejar ahora la incógnita se vuelve más complicado en este caso. 

Para ello hay que revisar la definición de protolenguaje de D. Bickerton (1990): «Un protolenguaje es un modelo de expresión lingüística que carece de las estructuras formales complejas que caracterizan a las lenguas humanas, por lo que podríamos decir que es un sistema lingüístico incompleto».

El ser humano primitivo encontraba música en la naturaleza y en su propia voz, con la que manifestaba emociones y sentimientos. Para crear música utilizaban su voz, con la que producían muchos sonidos guturales o imitaban sonidos de otros animales y su cuerpo, con el que descubrieron el ritmo; más tarde comenzaron a crear los primeros instrumentos con objetos que tenían a su alcance, como por ejemplo los sonajeros y las flautas.

¿Para qué empleaban la música? Para la comunicación entre dioses y humanos. Como comenté en este artículo, las creencias, la magia y las religiones están perfectamente entrelazadas. Ya en la prehistoria se les temía a los fenómenos atmosféricos, a los terremotos, las lluvias y a los huracanes porque pensaban que se trataban de dioses manifestándose. 

Dependiendo del contexto comunicativo, se utilizaba una música o sonidos distintos. Se dice, además, que el ritmo y el canto aparece antes que el lenguaje formal. 

Hay una teoría de que los seres humanos crearon un protolenguaje con palabras básicas que ellos necesitaban para la comunicación y la subsistencia. «Aquí», «allí», «caza», «muerte» sin llegar a ser en ningún momento de la prehistoria un sistema lingüístico complejo. 

Se dice que la lengua, la enseñanza y el aprendizaje lleva entre nosotros medio millón de años aproximadamente; unos científicos creen que menos, otros que más. Es una incógnita más en esta ecuación para los científicos, los antropólogos y los lingüistas.

Lo único que podríamos decir con certeza es que en el principio había música. No tal y como la conocemos ahora, pero siempre hubo música. 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.