Puesta de sol sobre el Sena en Lavacourt de Monet

Antología de Gemma vol. II: amanecer

Microcuento – the beggining

Me siento perdida, sola en este laberinto que yo misma me construí.

Y me miras a los ojos y encuentro la salida.

A veces me miro en el espejo y odio lo que veo, agacho la cabeza sintiendo vergüenza por quién soy.

Entonces, tú tomas mi cara entre tus manos, me miras a los ojos… Esos ojos celestes son el mejor espejo en el que me podría ver.

Y cuando no puedo más y lo único que hago son derramar lágrimas de tristeza tú te acercas y me miras a los ojos.

Y fundes tus labios con los míos creando un poema que me alumbra el corazón.

Microcuento vol. II – lluvia

Y ella, taciturna, comenzó a darse cuenta de que no valía la pena luchar por aquello. Demasiados quebraderos de cabeza, demasiadas inseguridades…

Intentó acabar con todo, pero el problema estaba tan arraigado a su corazón —¡ay ese corazón febril!— que se tendría que apuñalar su propio pecho para poder seguir adelante. Pero ¿cómo puede seguir la vida latente en ese pecho ensangrentado y, ahora también, moribundo?

¿Acaso puede existir felicidad en el dolor?

¿Hay esperanza en la incertidumbre?

¿Existe la vida después del olvido?

Microcuento vol. III – despertar de cafeína

Nunca supiste mirarme.

Ni apreciar el brillo que irradiaban mis ojos cuando te veían.

Y yo, estúpida de mí, no me permitía creer que tú no tenías el mismo brillo en tu mirada.

¿Alguna vez te importé?

Claro que no.

Ojalá te hubieras fijado en los pequeños detalles, los más especiales sin duda;

cómo te acariciaba cuando nos besábamos, cómo me perdía en tus ojos…

No necesitaba más.

solo un amor correspondido

y solo me encontré con unas manos frías, unos ojos apagados

y un alma vacía.

Microcuento vol. IV – incertidumbre

Tengo miedo del presente,

De no ser lo suficientemente buena para nada o para nadie, de quedarme esperando que pasen cosas y que lo único que pase sea la vida.

Porque es ahora o nunca.

Sales de esto hoy, en este instante, o te quedas atrapada en tu propia mente.

Si no te ahoga el mar, lo hacen tus pensamientos.

Pero tengo miedo de ese futuro incierto que se me presenta con el rostro borroso.

Creo que estoy perdida.

¿Estoy perdida?

Microcuento vol. V – reconstrucción

Me hiciste sentir cosas con una intensidad inmensa. Creí que era una de las emociones más bonitas que jamás había sentido. Lo que no sabía es que el tsunami estaba acechándome. De pronto, todo tu amor, todo tu fuego ya no estaba. Y lo siguiente que vi fue una ola inmensa de dolor que venía hacia mí. No pude huir ni esconderme. El agua arrasó conmigo. Nadie me encontró en mucho tiempo. El mar me había tragado y estaba perdida. Nunca me he sentido tan vacía. Y justo cuando acababa de tocar fondo empecé a emerger de la soledad a la que me arrastraste. Entonces vi la playa por primera vez en mucho tiempo. Estaba todo desolado. Era un espejo de mi alma (si las almas existen de verdad). Sentí, de nuevo, que todo estaba perdido. Pero vi un pequeño rayo de sol y no pude evitar sonreír.

Dulces mentiras

Miénteme.

Miénteme a la cara y dime

que me quieres como el primer día.

Que mis inseguridades no te consumen por dentro,

que nunca dejaste de admirar mis palabras.

Unas palabras escritas

con la tinta de mi corazón.

(Ese que ahora vilmente rechazas)

Solo miénteme y dime

que me echas de menos cuando ves tu cama vacía por las mañanas,

que quieres que te vuelva a abrazar

en las noches de tormenta.

Por favor, miénteme,

miénteme y dime

que me quieres como el primer día.

Es más fácil vivir con todas esas mentiras

que afrontar la funesta verdad.

 

Eje cronológico

«Bésame» te dije.

Recorre tus labios por mi cuello, hazme estremecer. Acaríciame lento.

Mírame a los ojos, esos ojos que te miran cautelosamente pero que esconden devoción.

Cúbreme de besos. Hazme sentir infinita.

Entonces me besaste.

Con un solo roce me cerraste mis heridas.

Comencé a sanar.

Suspiré llena de placer.

Con un solo roce juntaste todas las piezas que llevaban años rotas.

Pero no fuiste tú.

Fui yo la que me reconstruí.

Lo hice por la única persona que nunca me abandonaría.

Lo hice por mí.

Prometí no abandonarme nunca más como lo había hecho en el pasado.

Los dos sabemos cuán importante es sentirse en paz con uno mismo.

Es algo para estar jodidamente orgulloso.

Al menos, yo lo estoy.

Ahora disfruto de las pequeñas cosas de la vida.

La brisa primaveral y el tacto de su pecho en mis manos.

Esas caricias lentas que parecen parar el tiempo.

Naturaleza premonitoria

Ya lo dice el rumor del agua:

«Nunca va a ser suficiente»

No importa cuánto avances, siempre vas a estar en el punto de partida.

Te hartarás de correr y correr y no conseguir ninguna recompensa,

ningún beso furtivo en la oscuridad en el que puedas creer de verdad.

Me quiero. Me quiero. Me quiero.

¿Te quiero?

Déjame adivinarlo.

Enséñame a bailar acompasadamente contigo esa canción muda.

Confío en ti, déjame conocerte más.

¿Me quieres?

No.

Ya habíamos parado de bailar cuando la canción terminó.

Estoy otra vez en el punto de partida preguntándome si fui suficiente.

Espinas

Todavía me persigue el recuerdo

De tus labios contra los míos.

besándonos ávidamente,

mordiéndonos,

suspirando a un mismo son.

Gimiendo sin salir de la burbuja

que los dos habíamos creado.

Y no puedo hacer otra cosa, sino sonreír.

Silencio

Tu rostro descansando en mi cuello, expuesto a esos besos furtivos.

Tus manos enredadas en las mías, abrazándome fuerte.

Y nada más.

Sentir tu respiración es una maravilla oculta

entre el bosque perenne que nos sirvió de templo perdido.

Sé que dije algo como «no me sueltes nunca» entre beso y beso.

Y me miraste como nunca nadie me había mirado —por muy cliché que suene— .

Me sentí adorada cual ninfa pagana: una de las náyades dignas de ser retratadas en frío mármol.

A veces solas, a veces con su amante.

Nunca indiferentes.

Por eso ahora te digo:

Perdámonos otra vez en la lejanía de esta arboleda.

El resto es solo ruido.

Metapoesía

Poeta encadenado al arte.

Sin escape. Tan necesario como respirar.

Respiro en medio de la vida.

Suspiro en la noche plateada.

Poeta condenado al arte.

Sin salida. Castigo afortunado.

Letras tan inseparables como mi propia sombra.

Poeta encandilado por el arte.

Enamorado del desamor.

Paciente en la desesperación.

Desesperado en la paciencia.

Tristeza en la felicidad

y viceversa.

No podría haber sido de otra manera.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.