«Se apaga el carrusel, deséame suerte». Tarareando esta letra de Vetusta Morla realizaba el camino que unía mi piso con la redacción, una canción que me permitía afrontar mis últimos días en la capital cántabra este verano. Un sencillo que siempre me encanta escuchar cuando sé que algo se acerca a su fin, puesto que se convierte en el momento de avisar a mi mente de que viene una transición, lo que se conoce por ese paso o cambio de un estado o «mood» que siempre nos toca vivir en determinadas ocasiones a lo largo de la vida, aunque al menos de este estaba mentalizado, pero no por ello siempre cuesta asumirlo.
Parece sencillo en la teoría, pero en la práctica no tanto. Los automatismos que se adquieren cuando estás en un periódico son cuanto menos curiosos, despertarte y ver automáticamente la portada web del periódico, aunque no estés trabajando. Simplemente tienes una necesidad imperiosa e inexplicable de saber qué está sucediendo a tu alrededor, por lo que nunca terminas de desconectar. Seguramente los haya que lean estas palabras y piensen que el periodista vive mejor que quiere, tendría que pasarse un día por la redacción y darse cuenta por sus propios ojos de lo que cuesta que tengas a tu alcance todo lo que sucede cerca de ti en tu móvil, aunque a lo mejor son de los que piensan que Twitter es el santo grial de la información, entonces poco más tenemos que discutir en esta columna.
No tocar el teclado del ordenador durante unos días podría ser el primer paso más sencillo para comenzar la desintoxicación de la información. Aunque el paso más importante es no meterse en los respectivos medios de comunicación que sigas, aislarse unos días del mundo.
A estas alturas del cuento seguro que conoceréis cuál ha sido la palabra de moda del mes de agosto —la onomatopeya del sonido del reloj. Muchos podrían decir que ese tic-tac final les ha terminado de alegrar o fastidiar el verano, depende del interés que os pueda suscitar el mundo del fútbol, pero en aspectos así se puede medir el cierto hype que se puede generar por los medios. El periodismo está inventado, sigue los mismos patrones, más de un siglo después nos seguimos creyendo historias que en cierta manera emulan a La guerra de los mundos, salvando las distancias.
Lo único seguro es que los veranos se pasan rápido y septiembre siempre vuelve para recordárnoslo. Estos dos meses se pasan en un tic-tac. Un momento este en el que pararte y recapitular qué has hecho durante la temporada estival. Y aquí es donde entran los diferentes tipos de personalidades: algunos ponen el reloj de arena en marcha cuando acaban sus vacaciones para saber cuánto le quedan para las siguientes, los que ni fu ni fa de lo que ha sido su verano y los que les encantaría vivir eternamente en esta estación.
¿La mejor noticia de un nuevo final veraniego? Que nos volvemos a leer en En plan culto.