Para alguien que, como yo, sienta a partes iguales una inevitable fascinación y un miedo irracional (aunque quizá no tan irracional) hacia el océano y sus criaturas, este documental le va a resultar una auténtica pasada. Y, para quien no, también.
Siendo sincera, no esperaba toparme con esta joya tan diferente al resto de documentales sobre vida marina que he visto. Y, creedme, he visto muchos; el océano me aterroriza y, desde que tengo uso de razón, tiendo a llevar a cabo investigaciones exhaustivas sobre los temas que me dan miedo. Seguro que este comportamiento está estudiado y su nombre se compone por la palabra «efecto» o «fenómeno» seguida del apellido del señor que lo descubrió, pero no he encontrado nada en Google. En resumen: tengo experiencia en esto de los documentales sobre el océano y, si normalmente me fascinan, Lo que el pulpo me enseñó me ha maravillado.
Craig es un cineasta especializado en la naturaleza salvaje que ha perdido el rumbo de su vida, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Sus ganas de reconectar con la naturaleza lo sacan de ese pozo en el que todos nos hemos encontrado alguna vez y lo llevan a sumergirse con su cámara en un bosque de algas en la costa de Sudáfrica, un lugar que lo lleva de vuelta a su infancia. Allí hace una curiosa amiga. Lo adivináis, ¿no? Un pulpo. Y, durante casi un año, va a visitarla todos los días, sin descanso, incluso alguna noche, y comparte esta experiencia en el documental.
Él mismo es quien cuenta la historia y son las impresionantes imágenes que fue consiguiendo, junto con algunas de la directora, Pippa Ehrlich, las que nos dejan sin respiración (la broma ha sido adrede, sí). Quizá sea porque Craig es capaz de aguantar la respiración durante seis minutos, quizá porque entiende ese entorno con una sensibilidad especial, pero en todo momento parece un habitante más del bosque de algas.
Lo que el pulpo me enseñó tiene dos aspectos que para nada esperaba: una historia y una genuina ternura. Nuestra protagonista, un pulpo común, tiene casi más carisma que Sherlock Holmes y podría perfectamente ser el personaje principal de una película de Disney. Los peces gato serían los villanos: bastante agresivos, rápidos y letales, pero no tan inteligentes. Sin duda, es una emocionante aventura ver cómo la astucia de este pulpo la zafa de situaciones imposibles. Aun así, no solo hay momentos felices y curiosos; cualquiera que conozca el ciclo de vida de un pulpo podrá intuir que el final de nuestra carismática amiga no será precisamente esperanzador. Pero, sin embargo, el final del documental sí que lo es.
Resulta increíble la forma en la que, como espectador, te encariñas con este animalillo tan inteligente. Quién me iba a decir a mí que iba a ponerme a llorar por un pulpo un martes cualquiera a las diez de la noche. Pero, incluso si no sois unos sensibleros como yo, tengo la certeza de que, como mínimo, os emocionará. Y, si no os emociona la parte de la historia, es imposible que las imágenes no lo hagan. Ver tan de cerca ese entorno, como un bosque cambiante con árboles altos en el que todas las criaturas pueden volar, da vértigo.
¿Qué enseña Lo que el pulpo me enseñó? Que la naturaleza es cruel, pero eso no es necesariamente malo. Que los pulpos son mucho más inteligentes y avispados de lo que imaginamos, aunque sean solo un molusco. Que podemos establecer una relación de confianza con un animal si somos respetuosos con su entorno. Que los humanos formamos parte de la naturaleza, no somos meros visitantes, sino habitantes. Y, sobre todo, que sabemos muy poco. Seguro que habéis escuchado alguna vez que conocemos más sobre el espacio que sobre el océano. Al final la talasofobia no es un miedo tan irracional… ¿no?
Hola Lucia
Muchas gracias por tu artículo has descrito perfectamente el documental, o al menos he sentido exactamente lo mismo que tu, hay un momento en el documental donde Craig relata el apego que se le creó entorno a nuestra amiga y describe que se liberó tras su muerte, es muy interesante esta cualidad del ser humano ya que esto puede ser lo que nos diferencia del mundo salvaje ( o no?), pienso que en nuestra vida nos agarramos a todo lo que nos rodea ya que experimentamos algo maravilloso y queremos más y más….nuestra amiga experimenta vive el momento, sigue su ciclo de la vida no tiene miedo a la muerte no se apega a nada ni al narrador de la historia ella experimenta con el, disfrutan juntos…es algo maravilloso, pienso que hemos perdido esa esencia.
Muchas gracias
Hola, Ismael, ¡gracias por tu comentario! Bueno, la vida de los humanos es muy distinta a la de los pulpos, claro. Pero es muy bonito que en algún punto de nuestra vida creemos un vínculo con un animal y este documental lo muestra muy de cerca, por eso es tan carismático 🙂