CRÍTICA O RESEÑA DE VISIONES DEL REFUGIO AZUL,
DE ANABEL ÚBEDA
Anabel Úbeda Bernal, cartagenera nacida en 1994 y filóloga por la Universidad de Murcia, publicó bajo el sello de Boria Ediciones su primer libro, en febrero de 2019, titulado Visiones del refugio azul, un poemario prologado por Charo Serrano que no deja indiferentes a sus lectores por el talento lírico que nos ofrece en su obra primogénita. Sin embargo, los versos de Anabel ya salieron a la luz en la antología Siete menos veinticinco (Raspabook / Asociación Cultural el Diván, 2017), en el primer número de la revista literaria El vuelo del flamenco (2017) y en distintos ciclos de poesía.
Decir que este poemario cabe en una sola frase, un solo verso o un solo poema sería muy posiblemente un terrible menosprecio a su obra, puesto que se aleja en gran medida de la escritura practicada por los jóvenes autoproclamados poetas de este siglo. No dejando de lado esto, sí vemos que el primer poema, titulado “preludio” sí nos advierte del aura espiritual que se seguirá a lo largo del libro, aunque es evidente y creo que no hace falta señalar que se presenta una clara evolución y una en parte diversidad temática que se distancia de lo monótono y constante. Son, en cambio, las citas paratextuales de Rosa Montero y Susana Fortes al comienzo del libro, aquellas que señalan el advenimiento de la potencia emocional de los poemas. Como muy bien señala Charo Serrano en el prólogo, encontramos unos poemas que exceden lo individual, emergiendo de la conciencia y las emociones particulares para abrazar la reivindicación o la memoria colectiva.
Entrando ya en materia puramente literaria, los poemas de este libro están escritos en un versolibrismo que bien evita las rimas internas salvo muy pocas excepciones, que mantiene un ritmo acorde con lo intrínseco del mismo modo que estructura los poemas con una división de los versos que fácilmente recuerda a los poemas casi estructuralmente expresionistas de Maiakovski o V. Botas, con una sensación de dinamismo que agiliza la lectura encabalgando los versos de manera excepcional, puesto que muy medidas se ven las palabras que los comienzan o finalizan.
Sin embargo, al adentrarnos en los poemas vemos la riqueza de fuentes que los impregnan, con ecos renacentistas y, por consecuente, grecolatinos, así como una atmósfera que recuerda la poesía de J. C. Mestre. Del mismo modo, trata los temas y las emociones, vinculadas con estos tópicos clásicos, de una manera muy similar a la de poetas como A. Luque, L. A. de Cuenca o J. A. González Iglesias introducen rasgos posmodernos en lo clásico. Por otro lado, es la poesía de Garcilaso la que encontramos muy directamente intertextual en poemas como “bohemio”. Otros poetas que aparecen en el libro son, mediante paratextos, Bécquer o M. Hernández, y dentro de la materia lírica, por medio relaciones intertextuales vemos el amplio abanico que se abre desde Homero hasta García Lorca.
En el poemario podemos ver dos ideas constantes a las que se hace referencia desde distintos puntos de vista, las cuales se sintetizan en los conceptos onírico y juventud, siendo este último uno abarcable desde la infancia hasta los últimos años de la adolescencia. Estos conceptos se presentan en un clima de sombra, con la duda dentro del presente y una certeza, en casi la totalidad de ocasiones, en el pasado. El libro transcurre, entonces, en dos tiempos simultáneos, el presente dubitativo y el pasado certero. Se presentan, del mismo modo, dentro de seis apartados presentados con un poema en prosa poética que preludian los poemas siguientes. Sí es cierto, de otra manera, que se produce un cambio de visión en la temática dependiendo de qué parte, pues la primera se centra en recuerdos de la adolescencia mientras que la segunda pone la atención en diversas obras artísticas, por ejemplo.
Sin duda, para concluir y no extenderme más, quiero añadir que Anabel ha sabido crear una obra propia, con voces de la más exquisita literatura, que se destaca esencialmente por el potencial emocional que aúna y la delicadeza con la que se desenvuelve en temas de profunda desolación u oniria sensorial que el lector sabrá disfrutar, con total certeza, en la lectura de los poemas, de las visiones del refugio azul.
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