En el cine, siempre ha habido una cosa que me ha mantenido con la nariz pegada a la pantalla, sin acordarme siquiera de parpadear y aguantando la respiración: un buen plano secuencia. No creo que me arriesgue mucho si digo que 1917 es la maravilla técnica de la década, aunque este recién estrenado 2020 aún podría darnos una sorpresa de última hora. Eso sí, el listón está bien alto, pues esta película no es solo un buen plano secuencia.
En el último trabajo de Sam Mendes acompañamos a dos soldados británicos en una agónica misión. Seré breve: el guion no es espectacular. De acuerdo, está inspirada en las historias que contaba el abuelo del director sobre la Primera Guerra Mundial, pero salvando ese detalle que, quizá, la hace algo más entrañable, la trama y los diálogos son los típicos de cualquier película bélica actual. La banda sonora está trabajada, respeta los tiempos de silencio, de tensión, de contraste. Pero tampoco destaca especialmente.
Lo que ha abierto paso a este filme a codazos, entre Joker, Érase una vez… en Hollywood y El irlandés, para situarlo, en la recta final, entre los favoritos de los Globos de Oro, ha sido su aspecto técnico. Es lógico. Antes de ver esta película, nunca habría podido imaginar que la maestría de un movimiento de cámara podría arrancarme unas lágrimas. Mendes ha apostado por sacrificar el guion a favor del lenguaje visual… y ha ganado la apuesta.
La cuidadísima imagen y la milimétrica coreografía entre la cámara y los (espectaculares) actores funcionan como un reloj con engranajes nuevos. Sí, 1917 es un plano secuencia, con las licencias, vaya, que puede permitirse el cine de hoy en día. Y quizá este haya sido siempre el objeto de la obsesión de los cineastas, el logro final, la perfección técnica, desde La soga de Hitchcock hasta Birdman. Pero nunca antes uno me había hecho oler la guerra desde la cómoda butaca de la sala de cine.
Qué puedo decir. Hace tiempo que abandoné el feo vicio de mordisquearme las uñas y tenía la certeza de que no recaería, pero he de admitir que 1917 me ha tentado. Hacía tiempo que no coincidía con la puntuación de FilmAffinity. Y hacía tiempo, también, que no disfrutaba de una sala de cine tan silenciosa, a pesar de que no quedaban muchos asientos vacíos.