Llevaba un tiempo dándole vueltas a la posible creación de una sección en la que presentar a artistas contemporáneos cuyo trabajo todo el mundo debería conocer. Artistas que se encuentran en activo y tienen una obra de gran consistencia y fuerza. Me he decidido a empezarla, pues, con el joven escultor polaco Grzegorz Gwiazda.
Este artista fue apodado por el director del MEAM «el Rodin contemporáneo», y es que a José Manuel Infiesta no le falta razón al hacer esta mención: Grzegorz recibe la herencia escultórica de Rodin, el gran modelador, y esta se percibe en su escultura.
Pero no la interpreta ni la imita, sino que la canaliza y desarrolla minuciosamente, despegándose de toda posible referencia para hablarnos de la maleabilidad de la carne. La escultura de Gwiazda es un ensayo sobre esta en forma de pellejos, flexión y artrosis. Las posibilidades de la musculatura son investigadas y analizadas mediante la deformidad puntual, el relleno de espacios y el diálogo que establecen los distintos miembros de un mismo cuerpo. Une brazos, piernas y cabezas en pesadas y voluminosas masas de barro que parecen comerse a sus personajes como un agujero negro. Es un gran conocedor del cuerpo: no solamente en su apartado físico, cosa indiscutible, sino también en su dimensión psicológica: el artista sabe materializar el dolor, la zozobra, la pausa y el reposo. Sabe de qué manera afecta a la carnosidad cada cosa que un individuo introduce por sus orificios, y esa es su gran hazaña.
Sus personajes carecen de vello. A menudo se ven raquíticos, o con obvio sobrepeso, en poses agarrotadas. Sus figuras parecen estar siendo engullidas por su propio entorno, en su propio espacio; en ocasiones, engullidas por sí mismas en masas geométricas o completamente orgánicas. Unas veces de manera violenta, y otras casi sensuales. Cada cuerpo se une materialmente al aire que lo rodea y eso hace a sus obras ganar una presencia imponente.
Grzegorz Gwiazda realiza una escultura a medio camino entre la abstracción y la figuración mediante la apertura de caminos que indagan en la dimensión psicológica del ser humano, para llegar, así, a lo puramente corpóreo.