MAL DE MIRADOR
Se expande mi alma
como una frecuencia
cuando llego a los lugares altos.
Pero cuando el miedo a los rayos
me obliga a bajar,
son las fibras de mis piernas quienes se agrandan.
Y me deshilacho entero
cayendo en la frondosidad
como un muñeco de terciopelo.
No hablo de porcelanas ni arcillas,
sino de ojos que se saltan
para estrellarse en el espejo del cielo.
CONQUISTAS GLACIARES
Vamos a maravillarnos
con la fiesta preliminar.
Antes de los lagos
vienen las nubes,
la orquesta otoñal.
Pero después de los ruegos
vienen las comas
de tintada moral
que tornan larga la lista
y nos hacen esperar.
¿Esperar a qué? Me preguntarás.
Pues aparte de las hojas
que acolchan las piedras (valiente destino),
no has visto mucho más.
Y yo te contesto que, como Roble mal herido
restante y aprendiz
espero a la nieve calcinante,
armadura de Caín,
para velar por los paisajes
y sumar anillos dentro de mí.
GALERÍAS DE VALPARAÍSO
Comprensión interna de oscuros tonos.
Dos yunques que pelean
mientras el suelo de paja y barro se hunde.
Nadar sobre la caída,
caer sobre el agua.
Yo busco árboles verdes
que me recojan cual fruto.
Que me guarden en su disimulo
viendo al viento pasar.
Quiero cuatro muros blancos,
de estos que no son planos
sino escaramuzas en el mantel.
Las pequeñas flores amarillas
que crecen al pie,
y el caño de bronce
enamorado de piedra
oficio de agua verter.
Si hay palmeras, que estén fuera.
Si hay olivos, que me alimenten el alma.
Si hay sillas, que sean de mimbre
y que vuelen versos torcidos
de sabios erguidos
iluminados por el amor de la lumbre.
Quiero tocar piedra fría
y cal caliente.
Quiero sentir blancos, azules, rojos y verdes.
Mosaicos de brillos
y esmaltes de grana,
sobre la caliza hiriente
tres besos de calma.