«Déjame salir» y «Nosotros»: dos pelis sobre los terrores de los afroamericanos

En el cine en el que estuve no había casi nadie, aunque las películas de Peele sean bastante taquilleras parece ser que los miércoles por la tarde con el descuento del día del espectador no gozan de gran público. La sala la ocupaban sobre todo asiáticos y señores blancos de edad ya avanzada. Estos, que en seguida fueron dejando la sala esperándose una peli de terror gore o fuertecita como lo suele ser el género, no encontraron nada de esto en Nosotros. La película trata sobre racismo y culpa, un racismo que todos podemos atisbar e incluso entender, una cosa la mar de difícil, y creo que fue lo que hizo salir de la sala a los señores blancos mayores: entender EE. UU., entender el racismo que allí impera, el racismo de la película. Nosotros ciertamente provoca miedo, un gran terror, hay escenas de saltar de la butaca, pero el gran terror de la película es el terror de los negros americanos que cortaban el algodón en el medio oeste. El gran terror de Déjame Salir era de una familia de blancos de clase media que había votado a Obama, el adalid del progresismo mundial, el primer presidente negro que había visto el viraje del país hacia el adalid del racismo mundial. Lo de Obama parecía ser una farsa, nada más que una farsa, como una familia de psicópatas blancos progresistas que agasajan a un afroamericano en su casa en un extrarradio de cualquier estado rico de América (da igual el que sea). Todo es idílico, todo parece ser perfecto, pero muchas cosas van saliendo mal, todo lo perfecto que puede ser algo parece ser todo lo raro y extraño que esa misma cosa nos puede parecer. Un paraíso blanco lleno de empleados negros en Déjame Salir, una familia negra de clase media que tiene una casa de verano y una madre que se ha visto a sí misma en la infancia, como un doble, y que en Nosotros no le deja de provocar pesadillas tanto a ella como al espectador. En el comienzo de las dos películas todo nos muestra que esas clases pobres de la América histórica han por fin recibido el premio de sus reivindicaciones; pero todo es también momentáneo, todo parece momentáneo en las dos películas, hay que estar siempre precavidos, con los ojos abiertos, porque en algún momento saltaremos de la butaca de imprevisto.

En Nosotros el mundo del revés que nos muestra es un mundo de reflejos imprecisos y cercenados por el mundo de arriba, por el mundo real, por el mundo verdadero que se contrapone al experimento científico-político-social que se está elaborando allí abajo. Parece un pasado que ya no nos importa, cuando las clases bajas americanas eran los que tenían que sentarse en la parte de atrás de los autobuses o tenían a sus hijos como monstruos muertos por el infanticidio del hambre y de las palizas de las madres esclavas y padres que hablan un inglés de pobres y negros igual al de los inquilinos de la nave científica del subsuelo. Igual a la familia que viene a matarlos, que al interrogar quiénes son responde con un contundente «americans». Porque la niña del subsuelo, al raptar a la del mundo convencional, viste una camiseta de la lucha contra la pobreza, porque los desechos humanos que viven en el subsuelo al liberarse de ese mundo lo que hacen es la corriente de la lucha contra la pobreza en toda América que aparece más de una vez en la televisión durante la película.

Nosotros (Peele) es la denuncia de un ciudadano americano de clase media que ve cómo a día de hoy solo alguno de esos descendientes de los negros que lucharon contra la pobreza y la esclavitud en América son beneficiados por la pequeña apertura de las condiciones de clase y cómo a cada minuto esa lucha de los difíciles mundos de ricos y pobres es cada vez más complicada. El final de la película nos muestra en un fácil juego de intercambio que la madre que creíamos ser del mundo real es en verdad la del subsuelo, que, con su sonrisa final, nos revela algo previsible y a la vez intimidante: «somos los mismos negros de siempre, seguimos sufriendo cosas muy parecidas, la policía se ensaña con nosotros mucho más que con los blancos».

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