Imagen extraída de www.magnet.xataka.com
Una forma líquida distorsiona el aire
que brilla fosforito en el espacio
que respira el niño y lo emborracha.
El horizonte es un escaparate
de ángeles cautivos,
genios oferentes de una necesidad fingida.
¿Has sentido la quietud fría
de un amanecer en invierno?
El principio nunca estuvo vacío
y las formas puras solo son esa penumbra
de la mañana temprana.
Antes de verlas brillar,
antes de quererlas propias a nosotras,
rotas, disimuladas en la potencia de lo pensado…
No me atrevo a decir esa palabra.
Lo que aparece del Ser.
No me atrevo a decir esa palabra.
Negados en la alteridad.
Ese niño lee los libros que le dejan.
Hay anotaciones en los márgenes.
Alguien ha sostenido estas palabras
con anterioridad.
Alguien ha fundado un sentido
en este libro y me
lo ha legado.
¿Dónde estabais vosotros cuando ocurrió esto?
Nunca y nadie. Es lo imposible.
Y sigue y sigue la letra antagónica.
Siempre ha sido así para nosotros.
El tiempo siempre es en relación a algo.
El espacio siempre es en relación a algo.
¿Qué es lo que es fuera de sí?
Lo sostienen.
Solo es por capricho.
No me atrevo a decir esa palabra.
Y lo que cambia en la mirada y
lo que cambiamos cuando nos miran.
No he dejado de aprender de mí.
Se revelarán auténticos cuando…
porque aún no lo son.
Porque aún no son.
Están sin ser… nada.
Hablemos de ellos.
Pensemos en ellos.
Fuera de ellos no hay,
y ellos solo son desde fuera.
Y se agotan y se terminan, y se cierran.
Al final apareció la palabra.