CINE: «La casa de Jack», la nueva polémica de Lars von Trier

Imagen extraída de www.eldesconcierto.cl

 

«— Esta tarde voy al cine.

— ¿Qué vas a ver?

— «La casa de Jack”.

— Ah, ni idea. ¿Qué género es?

— Pues… Bueno, a ver… Es que es de Lars von Trier.»

Así fue, más o menos, una conversación que tuve unas horas antes de ver la última película de este danés tan polémico. Ya sabéis, el que dijo que entendía a Hitler.

Hasta ahora he tenido éxito (dicho desde mi evidentemente imparcial punto de vista) al reseñar películas sin hacer ningún spoiler. Bueno, en esta ocasión me resulta complicado, pero me limitaré a revelar detalles que aparecen en el tráiler oficial. Aunque, si aceptáis un consejo: nunca veáis un tráiler antes de ver la película en cuestión, a no ser que queráis estropearos, como mínimo, un par de escenas. Bien. Hasta aquí la advertencia; ahora, leed bajo vuestra propia responsabilidad.

«La casa de Jack» narra en primera persona el historial de crímenes de un asesino en serie con TOC a través de cinco incidentes elegidos al azar, todo ello para justificar que el asesinato es un arte. Empezaré por lo evidente. El reparto es espectacular. Matt Dillon encarna a un perfecto psicópata, incapaz de sentir empatía, frustrado por ser ingeniero y no arquitecto, que encuentra la emoción de estar vivo en el éxtasis de la violencia y la sangre. En cuanto al resto de personajes, aunque apenas digan unas líneas, no hay papeles pequeños.

Antes de entrar en un jardín del que no voy a poder salir, le voy a dar respuesta a la pregunta inicial. ¿Qué género? La crítica no se aclara, pero en su mayoría la cataloga como comedia negra (pero negra). Personalmente, lo dejaría, sin más, en género de autor. Me gustan los directores que crean su mundo propio y reconocible en cada película, que se obsesionan con los mismos temas, que repiten actores, planos, colores y movimientos de cámara. «La casa de Jack» no deja de ser una película de Lars: ritmo lento, referencias, cámara al hombro, violencia, mujeres inocentonas, misantropía y… ¿nazismo? Sí, un poco. Otra vez. Todo este entorno sirve de base para desarrollar un argumento algo enrevesado y un debate sobre la artisticidad de la violencia en cada una de sus formas.

Creedme, si os gusta este tipo de cine, la vais a disfrutar. Si no, probablemente os parecerá ostentosa, cargante, pretenciosa y gratuita. Ya sabéis cómo funciona, no hay punto medio. De la misma forma en la que un cerdo se revuelca en sus propios excrementos, Lars se regocija en escenas tan retorcidas como la de un cadáver, arrastrado por el suelo enganchado a una furgoneta, que deja un rastro de sangre y vísceras por toda la ciudad. O un asesino que concede unos minutos a su víctima para que pida ayuda a gritos en un edificio repleto de gente, solo para comprobar que a nadie le importa.

En definitiva, «La casa de Jack» son más de dos horas y media de repulsivo, enfermizo, escandaloso, maquiavélico, sinuoso y demoníaco sufrimiento en el que la corrección política no es un parámetro a tener en cuenta. Casi me siento culpable por haberla disfrutado.

Imagen extraída de www.yucatancultura.com

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