La fotografía siempre ha sido una de mis aficiones. Instagram es un lugar propicio para encontrar artistas que inspiran, y uno de ellos es María Jett. Su fotografía me cautivó por el tono blanco y el halo de melancolía que la envuelve. He tenido la oportunidad de entrevistarla, así que mejor dejo que os lo cuente ella:
Mi nombre es María Jett y soy fotógrafa. Principalmente me especializo en retrato artístico, pero desde hace poco me he metido más en la rama de moda para así ampliar mi portfolio y sobre todo para aprender. Originalmente soy de Lorca, una ciudad de Murcia. Pero actualmente estoy viviendo desde hace 4 años en Valencia.
¿Cómo fue tu inicio en la fotografía?
Sobre los 12 años empecé a hacer fotos con cámaras analógicas y compactas a lo típico: a mis amigas, plantas, paisajes, etc… y un día me encabezoné con que quería una cámara profesional y en mi decimotercer cumpleaños cayó por fin ese regalo.
Justo esa etapa de mi vida era una de las peores épocas por las que he pasado. Ya desde siempre tuve pequeños problemas con insultos por mi físico y demás, pero ya en los primeros años de instituto fue lo peor. Llegué incluso a recibir una paliza y a tener humillaciones muy fuertes que me crearon muchísima inseguridad.
A lo que quiero llegar es a que la fotografía me salvó la vida. Yo era una persona incapaz de comunicar lo que sentía al mundo con palabras. Me daba pánico decirle a mi familia o a mis amigas por lo que estaba pasando, pero a mi cámara no.
Decidí ponerme delante del objetivo y disparar sin pensar cómo iba a salir. Así me tiré varios años, posando para mí misma en las fotos y publicando en redes sociales esas fotografías. Además decidí aprender por mí misma programas como Photoshop y Lightroom para así mejorarlas y poder expresar de manera más visual lo que quería en cada foto.
Ya teniendo una edad y experiencia más avanzada quería expresar todas las ideas y sentimientos que se me pasaban por la cabeza fotografiando a otras personas para usar esas fotos de manera profesional. Pero sobre todo desde siempre la fotografía me ha servido como modo de terapia para liberarme de tantas inseguridades que me rodeaban y ahora también para ayudar a otras personas para verse bien consigo mismas.
¿Qué proceso sigues desde que la idea de una fotografía surge en tu cabeza hasta que se materializa?
La mayoría de las veces las ideas surgen de repente, así que siempre tengo como mil libretas en donde apunto cualquier pensamiento o boceto para no olvidarme de lo que quiero, más que nada porque soy un desastre y se me termina olvidando (risas). Lo que no ha cambiado desde que tuve mi primera cámara es que casi siempre surgen esas ideas en momentos de tristeza o cuando me siento sola, pero ya con la experiencia me tomo esos sentimientos como algo «bueno» porque sé que puedo transformarlo en arte o por lo menos me ayuda a distraerme cuando materializo esas emociones. Pero el momento «clave» es la parte de la edición. Las puestas en escena la mayoría de las veces se centran en captar las expresiones físicas del modelo y sacar los mínimos elementos posibles, por lo que en la edición es donde intento plasmar la mayoría de sensaciones. Mis pasos a seguir obligatorios son ponerme algo de música que me inspire en ese momento y coger mi tableta gráfica, poner Photoshop y dejarme llevar experimentando con las herramientas y opciones.
¿Qué tiene que tener una fotografía para considerarse buena?
Es una buena y difícil pregunta. Pero pienso que tienen que incluir varios factores. No es solo decir simplemente que x foto es buena porque es bonita o estética. Para considerar que una obra o en este caso, una fotografía, es arte, tiene que contar una historia, tener un porqué y un para quién va dirigida.
¿Qué intentas transmitir cuando fotografías? ¿Crees que tus seguidores lo entienden?
La mayor parte de mis fotografías cuentan mis experiencias. Nunca se me ha dado bien la escritura ni expresarme verbalmente, así que intento decir lo que he sentido a lo largo de mi vida con imágenes. La verdad es que muchísimas personas se han visto reflejadas en mis fotos y suelen entender que detrás de las fotografías hay un concepto de dolor y tristeza.
Hoy en día, Instagram es la plataforma por excelencia para compartir el contenido fotográfico, pero también está recibiendo muchas quejas por parte de la comunidad, por ejemplo, por la baja calidad de las fotografías. ¿Qué dirías que es lo mejor y lo peor de esta red social?
La relación que tengo con Instagram es de amor-odio. Ya que como bien has dicho la calidad de las fotografías es demasiado baja, además de que hace un tiempo la plataforma ha decidido que se le dé más visibilidad a contenido de marcas y meter mucha publicidad haciendo que artistas no la reciban tanto. Pero lo que más me molesta es la censura de imágenes en cuanto a desnudos. Es algo que sigo sin entender, cómo en la época en la que estamos siga siendo algo «violento» para algunos ver un pecho femenino y más cuando estos desnudos están enfocados para fines artísticos.
Por otro lado, intento quedarme con lo positivo y ver a gente tan maravillosa que sigue mi trabajo y personas que he conocido gracias a la red social y que me han aportado mucho a nivel creativo y personal.
¿Crees que el arte de la fotografía está infravalorado? ¿Por qué?
Pienso que un poco sí. Ahora con todas las redes sociales y la tecnología muchísima gente practica la fotografía y quiere dedicarse a ello, por lo que hay mucha competencia. Esto ha hecho que no se tome tan en serio la profesión de fotógrafo y que te vean como a una persona que simplemente tiene una cámara y hace fotos como si cualquiera pudiera hacerlo bien.
¿Alguna experiencia inspiradora relacionada con la fotografía?
Aparte de hacer fotografías para exponer y para mi portfolio, me dedico también a hacer sesiones a gente que quiera fotografiarse. Y lo que más me gusta y me emociona es cuando esas personas ven el resultado y les encanta. Ha habido algunas veces en las que me han llegado a decir que por primera vez se han visto bien con esas fotos y que no se imaginaban que fueran así. Escuchar algo así es muy emocionante y me hace querer dedicarme más a la fotografía.
¿En qué momento crees que se le puede llamar fotógrafo a alguien?
Creo que la experiencia es lo que nos hace fotógrafos. Hay que practicar mucho, hacer muchas fotos, encontrar tu estilo y saberte desenvolver bien en cualquier situación en una sesión. No considero que haya que tener un título de cualquier escuela o grado de fotografía para ponerse esa etiqueta. Porque hay personas que han aprendido de manera autodidacta y son artistas de nacimiento por lo que pueden ser mil veces mejores que una persona que ha estado años estudiando. Lo que cuenta al fin y al cabo es tu experiencia y la calidad de tu portfolio.
Si tuvieras que quedarte con una de todas las fotografías que has hecho, ¿con cuál sería?
Actualmente me quedo con esta (arriba), ya que engloba todo lo que representa mi trabajo. La figura de la mujer, la luz y color, el uso de montaje en Photoshop, el uso del desnudo, pero sobre todo el significado de dolor, opresión y censura por el que pasamos las mujeres.
¿Crees que es importante experimentar?
Por supuestísimo. Si quieres ser artista en la fotografía tienes que experimentar tanto en edición como en puesta de escena. Así es como una encuentra su propio estilo.
Para terminar, unas preguntas rápidas: una película.
Hacia rutas salvajes.
Un libro.
El perfume.
Un pensamiento que quieras compartir con nuestros lectores.
Todo lo que sintáis y queráis expresar, hacedlo. Aunque os salga mal las mil primeras veces, pero no os rindáis porque solo es cuestión de paciencia, ya que como de verdad se aprende es haciendo muchas fotos y jugando con los programas de edición sin tenerles miedo. Hay que experimentar y trastearlo todo. Porque en el arte no hay reglas ni límites.
Todas las fotografías que aparecen en este artículo son suyas. Si su trabajo os ha resultado tan interesante como a mí, podéis seguirla en redes sociales (@mariajett) y conseguir sus prints en http://mariajett.tictail.com