Oscuridad en Cormac McCarthy

Cormac Mcarthy es un escritor americano que aún sigue activo y quien creo que no ha debido de tener una juventud muy fácil, puesto que todo lo que he leído sobre él está impregnado de muerte, de suciedad, de fango, de apatía… etcétera.

Hoy vengo con Cormac (si él me permite la licencia) porque dos de sus novelas me han llamado mucho la atención, las cuales tienen bastante que ver con el tema de este mes. Además de la muerte, que es obvia, voy un poco más allá: lo prohibido, lo tétrico, lo escatológico.

Espero que no se enfaden porque a partir de ahora hay spoilers. Que vivimos en una sociedad donde la humanidad brilla por su ausencia no es una novedad. Tampoco lo es el hecho de que llevamos un tiempo donde hay mucha sensibilidad respecto a la bromas, las ofensas, la ética la moral… Bien, pues a ello voy: Hijo de dios es una de sus novelas, y sobrevive, bajo mi humilde opinión, porque se publicó en 1973. Si ese libro hubiera salido en nuestro tiempo el tipo estaba en la cárcel seguro, y con razón. No os estoy hablando de cosas lights. Os estoy hablando de necrofilia, homicidio, tenencia ilícita de armas (aunque eso en USA no es novedad), maltratos a los animales o desacato. Una mezcla explosiva sin ningún objetivo, que es lo peor de todo. Someramente os cuento: Un redneck[1] huérfano siempre con su rifle que malvive o sobrevive, como veáis, en el Condado de Sevier. Frustrado sexualmente y empáticamente, un día descubre que le molan los muertos. Primero los que ya están fallecidos y luego a los que mata para tal fin. Todo ello con la escena culmen de cuando va a comprar unas bragas para la chica fallecida para hacer una cena «romántica»… Esa misma cara que habéis puesto como de oler a podrido se me quedo a mí también, mas lo volví a leer y me sacó una sonrisa. Que seguramente es por la altura que separa la realidad de una novela. Pero ahí está la cosa.

El siguiente libro es La carretera, el que quizá conozcan por la película. Bien. Incidiendo en lo del morbo, fíjense cómo seremos que en ese pasaje donde se habla de un bebé espetado y ennegrecido dices «¿y esto? Espera, no puede ser». Pero sí, sí es. Y lo vuelves a leer: «Hostia, un bebe», y una sensación de horror te recorre el cuerpo, pero no puedes dejar de leer. De hecho ese momento te ha enganchado más todavía. Todo esto sumado a la atmósfera apocalíptica que rodea el relato y que te atrapa desde que describe el chorro de orín de un patrullero al comienzo del libro.

Esto son solo dos ejemplos de la paleta literaria con la que Mcarthy impregna sus lienzos literarios. Este símil no es gratuito, es una crítica; describe tan fehacientemente la escena que parece que tú te has comido ese bebé o has comprado esas bragas.

Les abro un debate para que interactuemos: ¿Depravado o genio? A mí me parece que tiene mucho de ambas.

[1] término utilizado en Estados Unidos y Canadá para nombrar el estereotipo de un hombre blanco que vive en el interior de aquel país y tiene una baja renta. Su origen se debe al hecho de que por el trabajo constante de los trabajadores rurales en exposición al sol acaban quedando con sus cuellos enrojecidos (del inglés red neck, «cuello rojo»).

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