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con mamá finalmente ******, y el último libro fabuloso arrojado por la ventana de la habitación, y la última puerta cerrada a las 4 de la mañana y el último teléfono estampado contra la pared en respuesta y la última habitación con muebles desnudada hasta la última pieza de metálico mobiliario, nada menos una pequeña y esperanzadora pizca de alucinación—
ah, Carl, mientras no estés a salvo no lo estaré yo, y ahora estás en la completa sopa animal del tiempo—
y quien consecuentemente corrieron por las calles heladas obsesionados con un súbito flash de la alquimia del uso del catálogo elíptico de una medida diferente y del plano vibratorio,
que soñaron y crearon brechas encarnadas en el Espacio y el Tiempo a través de imágenes yuxtapuestas, y atraparon al arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y juntaron los sustantivos con pizcas de consciencia saltando al unísono con la sensación del Pater Omnipotents Aeterna Deus
para rehacer la sintaxis y compás de la pobre prosa humana y presentarse ante tu yo enmudecido y listo y temblando de vergüenza, rechazado pero confesando el alma para ajustarse al ritmo de consciencia de su desnuda y eterna cabeza,
el mendigo demente y el ángel laten en el Tiempo, desconocidos, y aún con todo dejando aquí lo que podría quedar por decir tiempo después de la muerte,
y se alzó reencarnado en los fantasmales ropajes del jazz, en la áurea sombra de la banda y sopló el sufrimiento de la desnuda mente Americana por amor en un llanto de saxofón eli eli lamma lamma sabacthan que estremece las ciudades hasta la última radio,
con el corazón absoluto del poema de la vida descuartizado de sus propios cuerpos bueno para comer un millar de años».