Hasta esta misma tarde, solo había visto una segunda parte que me hubiera gustado notablemente más que la primera: Shrek. Hasta esta misma tarde. Le tengo mucho respeto al cine de terror, porque, qué os voy a decir, me gusta ponerme en el lado de los rechazados y este género es uno de los más apartados de todo el panorama crítico. Solo se le da bombo cuando aparece una película estrepitosamente mala o mejor de lo que acostumbran a ser (porque, según mi experiencia, los patrones suelen repetirse y las escenas clave, normalmente, son previsibles). Pero, de vez en cuando, aparecen películas con opiniones diversas, como Hereditary, que se cuelan de forma bien merecida en alguna gala de premios importante, como Déjame salir, y auténticas joyas, como la primera edición de Saw, sobre la que quizás escriba más adelante.
Voy a empezar con una confesión: la he visto en el cine. Y, claro, evidentemente, es mucho más espectacular así. Pero también he de decir que no me gusta pasar miedo. Es más, lo odio, y cualquier persona que vea una película de terror conmigo os puede contar cómo tiemblo. Así que podríamos decir que seré bastante imparcial en el tema de las diferentes «sensaciones» que provoca ver una película en una sala insonorizada, con un sonido envolvente y una pantalla de unas 400 pulgadas o verla en el sofá de casa, con un ordenador, por no portarme demasiado mal con él, antiguo, y una conexión a internet y un sonido de mierda. Ya os digo que la habría disfrutado de la misma forma.
La premisa es sencilla: el mundo está plagado de unas letales criaturas que son ciegas pero tienen un oído prodigioso. Si haces ruido, puedes darte por muerto, porque la velocidad de estos bichos no te deja muchas oportunidades. La familia protagonista ha conseguido adaptarse rápido por una sencilla razón: una de las hijas es sorda, por lo que todos son capaces de comunicarse sin producir un solo sonido. Y es toda una hazaña que estos personajes hayan llegado vivos a la secuela, porque la matriarca tuvo, incluso, que dar a luz cuando los monstruos plagaban los alrededores de su casa, y los bebés no son precisamente silenciosos.
En la primera entrega, John Krasinski apostó fuerte por conseguir una impaciente inquietud con el sonido. O su ausencia. En esta segunda parte, ha añadido mucha más acción, pero ha demostrado con creces que es un especialista en crear una tensión angustiosa. Puede que la haya pillado con muchas ganas, pero me he llevado una buena sorpresa en la primera escena. Es sobrecogedora. Larga, angustiosa, intensa, te introduce de lleno en el universo ficticio y no te permite salir hasta que las luces de la sala vuelven a encenderse. Cuando han aparecido los créditos de inicio, he tenido que obligarme a relajar el cuello, destensar los hombros y soltar los puños. Y, qué queréis que os diga, en ese momento ya sabía que me esperaba algo bueno.
Aparte de las impresionantes actuaciones, el control del sonido es espectacular. Toda la tensión se rompe en pedazos en momentos clave en los que algún personaje es físicamente incapaz de guardarse un alarido y da paso al miedo y al frenesí. Los tiempos están medidos al milímetro y, como espectador, es fascinante darse cuenta de las terribles consecuencias de una pequeña acción a la vez que los personajes, prever lo que está a punto de ocurrir, maquinar una posible solución desesperada, resignarse al miedo, respirar despacio, querer oír y no querer ver.
Si tuviera que ponerle alguna pega, sería la banda sonora. Y no porque sea mala, sino porque es la misma que la primera película. Pero es normal, acompaña a la perfección a la tensión de este universo posapocalíptico. Y hay algo nuevo, se incorpora otro elemento clave aparte del sonido que hace que, en algunas escenas, falte el aliento. Literalmente. El oxígeno también es importante en esta nueva entrega. En fin, que la trama está hecha con mimo, el guion muy cuidado, las actuaciones intachables, el ritmo interesante y, encima, la mayor parte de la acción transcurre de día. Con luz. Una película de miedo. De. Día. ¿Qué más se puede pedir? Si encontráis una respuesta a esta pregunta, os animo a hacérmela saber, porque yo he salido del cine tan fascinada que no podía pensar en otra cosa que en llegar a casa y escribir una reseña. Y en esas estamos. Y espero que hayáis disfrutado tanto leyéndola como yo escribiéndola.