EL AMOR EN LAS MATEMÁTICAS
¿Cuál es la ecuación perfecta, si es que la hay, para el amor? ¿Cómo un tema tan sociológicamente complicado se puede abordar desde la lógica de las matemáticas? Hannah Fry, matemática que se encarga de estudiar los patrones del comportamiento humano, dio una charla en 2015 para TEDTalk titulada The Mathematics of Love («Las matemáticas del amor»).
Durante los diecisiete minutos de la charla, ella nos da «los mejores tres consejos matemáticos para encontrar el amor».
En el primero de todos, cómo conseguir citas online, nos advierte de que los patrones matemáticos demuestran que la popularidad o belleza que tengamos no nos hace más atractivo al consumidor, sino que nos muestra mucho más inaccesibles, por lo que una persona con una foto de perfil realizada a conciencia para salir de diez y mostrar su lado más bonito tiene menos probabilidades de éxito que aquellas personas que se muestran naturales y humanas, con las supuestas imperfecciones o inseguridades que puedan tener. Mostrar nuestro lado más humano hace que tengamos una mayor probabilidad de tener éxito.
El segundo consejo se centra en conseguir a la pareja perfecta: ¿cómo sabemos que es la persona que tenemos delante? Es aquí donde entra la teoría defendida por la matemática Hannah Fry, la Teoría de la parada óptima, conocida también como Teoría de la decisión, en la que «r» es cada posible candidato y «n» todos los candidatos posibles.
Esta misma teoría se le conoce también como «Regla del 37 por ciento»
Según en el caso práctico de la matemática, si empezamos a salir a los 15 y para los 35 años queremos tener una relación estable y formal, debemos rechazar al primer 37 por ciento de citas que hayamos tenido. No hay vuelta atrás. El siguiente sujeto que uno debe elegir tiene que ser potencialmente mejor que lo que anteriormente se había rechazado para así, matemáticamente, maximizar las posibilidades de encontrar una pareja perfecta. Pero ¿qué pasaría si en realidad la persona ideal estuviese entre ese 37 por ciento? Quizá sería la hora de pensar en adoptar un animalito al que darle mucho amor.
No es una fórmula infalible que nos ayude a encontrar el amor, pero bien es cierto que nos aclara un poco cómo funciona nuestra mente que, por mínimo que sea, tiende a ser matemática.
El tercer y último consejo que nos da es para evitar el divorcio. Un momento, ¿para eso no estaba la terapia en pareja con algún psicólogo?
Resulta que psicología y matemáticas se dan la mano gracias a la investigación realizada por el psicólogo John Gottman. Él y su equipo encontraron uno de los indicadores más importantes para saber si una persona se iba a divorciar o no: cuán positivo o negativo era cada individuo en una conversación.
Las parejas de bajo riesgo (las que tenían menos posibilidades de divorciarse) tenían muchos más puntos positivos que negativos en la escala de Gottman; por otro lado, las malas relaciones, las que probablemente terminasen divorciados, estaban sumidos en una espiral de negatividad. Gottman predijo con la presión de un 90 por ciento las parejas que iban a terminar divorciándose. No obstante, no fue hasta que él y su equipo se asociaron con el matemático James Murray cuando comenzaron a entender qué cosas causaban la espiral de negatividad y cómo se producían con las siguientes ecuaciones.