Poemas de Abraham Pena Vila (IV)

Por las orillas del río

Paseaba lento la orilla
mientras el río entonaba su canción
y con una lágrima en cada ojo
la soledad me llevó encadenado.
Solo, caminé ese paseo
y solo, pensé estos versos tristes
y cuando ese ángel oscuro apareció a mi vera
me dejé llevar,
me dejé raptar sin oposición
pues este ya me llevaba preso.

Paseaba lento la orilla
con el murmullo del agua
como único alivio a mis cargas terrenas,
pero con sus cadenas oxidadas
y su leve aleteo
Morfeo y Sínope me llevaron en brazos
lejos,
a la orilla de una oscura noche,
oscura
salvo por el brillo de las estrellas,
que, como diamantes,
surcaban sus corrientes.

Paseé entonces por sus orillas
de la mano de ambos ángeles,
quienes,
como musas silentes,
me recitaban sus tristes historias.

Paseé por sus orillas
mientras estos dioses aliviaban mi alma
y las ninfas,
como manos invisibles,
tejían los sinuosos márgenes del río.
Paseé de la mano con ellos,
hasta el lado de la misma muerte,
quien,
como una vieja amiga,
con un beso aligeró mis sueños,
y pude yo,
ya al fin tranquilo,
seguir paseando
pero ahora sin lágrimas.

 

El baile de los astros

Todo gira,
en cada segundo,
cada hora,
cada lágrima;
todo gira alrededor del rey de las estrellas,
y me llevan en su baile,
como bailarinas
que con sus manos suaves
me envuelven en una cálida caricia.

Todo gira,
incluida nuestra mente.
Giran en un movimiento inconsistente,
pero eterno,
y somos partícipes de esta danza,
como silenciosos jueces
pero sin percatarnos de su vaivén,
que nos mece como una nana.

Todo gira,
y permanecerá en ese estado,
inmutable;
incluso mucho después de nosotros habernos ido.
Giran como gira el tiempo,
como gira la hierba
en las brisas primaverales,
bailando al son de una canción infinita.

Y si en algún momento
es detenido dicho movimiento,
será porque ha llegado a su fin
la cuerda de esta cajita de música.
Y en ese momento,
ni antes ni después,
veremos cómo el universo
se cierra con una lastimera despedida.

 

Miedo

Exacto,
tengo miedo,
miedo a lo que viene,
a no verte más,
a perderte,
a no sentir más tu calor.
Tengo miedo,
miedo a no verte sonreír,
a que todo esto se derrumbe,
a que me olvides
y a que no me quieras más.
Miedo a seguir llorando,
miedo
a dejarte marchar.

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