VESTIDA DE BLANCO
Así se la veía tumbada:
vestida de blanco,
pálida como una figura de porcelana.
Con cara tranquila,
parecía que durmiese
y no que el aliento le hubiese sido robado
por la fría mano de la muerte.
Tenía hasta una pequeña sonrisa
pero ya no quedaba nada del rubor de sus mejillas
que antaño lucían al sol de agosto.
Parecía una princesa de cuento,
o la visión de un ángel en la tierra,
se la veía tan hermosa…
La enfermedad que la había tenido agonizante ya había pasado,
sin embargo, no pude despedirme de ella,
y ahora la veo con lágrimas en los ojos.
¿Se atreverán mis labios a despedirla de este mundo,
antes de que su alma esté de todo en el paraíso celeste?
Así se la veía tumbada:
con la mortaja blanca
y un tul sobre unos ojos que antes fueron del verde de la primavera
mientras cae una fina lluvia otoñal sobre ella
de camino a su último lecho.
Todos lloran su despedida
aunque todos sabíamos que su belleza no era de este mundo
y que tarde o temprano sería recobrada.
EL ÚNICO GIRASOL DEL JARDÍN
Acordes suaves
en el jardín de la memoria,
y todas las flores
bailan al roce de la suave brisa.
Abres tus pétalos
mientras buscas los rayos del sol,
tranquilo,
alzándote diferente al resto;
majestuoso.
Y frente a ti,
como en un sueño;
las flores suspiran
y alaban tu belleza,
a ti:
el único girasol del jardín.