Rasputin: Puterío, asuntos de Estado y malas lenguas


En el anterior artículo de esta serie (Rasputin: Presentación), que coincide con la primera parte de la canción Rasputin, de Boney M., no solo observamos la —poca o mucha— veracidad de la letra de esta, sino también la capacidad de raciocinio de aquellas personas que creen todo lo que oyen sin tan siquiera cuestionarse si lo que se les dice es verdad o una simple falacia. 

Hoy se va a exponer unas de las partes más complejas de desmitificar del santurrón Grigori Rasputin a la que he denominado Puterío, asuntos de Estado y malas lenguas; al igual que en el primer artículo, vamos a despedazar la canción y la vamos a intentar encajar en su contexto histórico perteneciente.

 

PARTE II. PUTERÍO, ASUNTOS DE ESTADO Y MALAS LENGUAS

He ruled the Russian land and never mind the Czar (él mandó en Rusia, sin importar el zar) y prosigue in all affairs of state, he was the man to please (en todos los asuntos de Estado, él era al que se tenía que contentar). Esta aseveración es correcta, aunque, como todo en la canción, se debería matizar y explicar; para ello, debemos centrarnos en la figura de la zarina Alejandra Fiódorovna Románova, última emperatriz de Todas las Rusias. 

Por mucha documentación que exista y que esté a mi alcance para poder escribir este artículo, comprender a alguien y entender los motivos de sus actos no está en ninguna biblioteca nacional ni en documentos perdidos, sino que está en la psique de cada uno. Cierto es que Alix, como llamaban cariñosamente a la zarina, es uno de los personajes más complejos de la trama, un personaje en el que uno se ve totalmente obligado a ponerse en su piel para poder comprenderlo y, a pesar del esfuerzo, no deja de ser una tarea ardua y compleja. 

¿Era Rasputin el que gobernaba Rusia? Sí, pero también no. Dejad que me explique. Grigori era como un buen escritor, que con su pluma, tinta y papel moldea unos personajes para que encajen en su prototipo de historia. El santón hizo exactamente lo mismo con Alix: la moldeó a su imagen y semejanza hasta que consiguió penetrar en su cabeza y poder decirle qué hacer y cuándo hacerlo. 

Fue la zarina la persona que relevó a su marido en los asuntos de Estado, afirmando que ella tenía la capacidad y la fuerza de gobernar para sacar a Rusia adelante con la ayuda de Nuestro Amigo, como llamaban al santón, mientras su querido Nicky seguía en la guerra. Fue entonces cuando Alix demostró ser la gran marioneta de Rasputin. El santón, que de santo tenía poquito, decidió que era hora de que los ministros que gobernasen el país fuesen amables con él y que no lo odiasen por llevar a la decadencia al país entero, pues el zar actuaba de una manera o de otra dependiendo de si contaba con el beneplácito de Grigori o no. La zarina Alejandra mandaba numerosas cartas y faxes a Nicolás diciéndole que aprobase a los ministros que hubiese designado a dedo su fiel amigo, Rasputin, y el zar lo hacía prácticamente sin poner resistencia alguna. Alejandra quería desesperadamente que Rusia volviese a tener el esplendor que había poseído antaño y que su amorcito, como en numerosas ocasiones le escribía en sus cartas, tuviese el poder autocrático que había caracterizado a los Románov durante los tres siglos de dinastía, aunque de lo que no se dio cuenta, quizá, fuera del hecho de que le había dado todo el poder a un hombre que no estaba preparado, a un hombre ambicioso al que le importaba más lo que dijeran de él que la propia Rusia en sí. No se dio cuenta de que, en este teatro de guiñol, la figura de su marido estaba en una mano de Rasputin y ella en la otra. Por lo que, finalmente, el gobierno que se creó antes de que asesinasen al santón se trataba de un circo de ineptos. En definitiva, «el zar reina, pero Rasputin gobierna», una frase hecha que se propagó entre los rusos.

Después, en la canción, como «please» rima con «squeeze», parece ser que han decidido sacar otra vez el tema de la relación sexo-santón. ¿A quién no le gustan los temas morbosos y más cuando se trata de «temitas» en palacio? 

Se han oído muchísimas cosas sobre Rasputin, el tema de las orgías, su bisexualidad, su relación con Alejandra más allá de lo profesional como sanador… Está claro que era un hombre que llevaba por bandera el lema «sexo, drogas y rock and roll» mucho antes de que este existiera, pero era un hecho que los zares conocían. Ellos sabían perfectamente todo lo que se decía de su amigo e intentaban por todos los medios que no se propagase lo que las malas lenguas decían, en especial sobre su afán por el sexo. 

¿Era verdad todo lo que se decía sobre él? Puede que sí o puede que no. Entre los diversos documentos, encontramos lo que una prostituta dijo de él en una toma de declaración. La trabajadora sexual afirmaba que él iba al prostíbulo y se dedicaba a hablar con ellas, sin intención alguna de tocarlas, como si se tratase de una especie de prueba que Dios le ponía para así demostrar su fe.

Del tema de la zarina y él poco se sabe (o se sabe mucho, pero no se sabe qué es real y qué una falacia). Evidentemente, si existieron documentos que probasen la infidelidad de la zarina con el santurrón, estos habrían sido destruidos sin algún reparo y a día de hoy, habiendo canonizado a los zares y a sus hijas, no saldrían a la luz. Eso es una realidad. 

Sin embargo, sí se sabe que una noche Grigori estaba en un bar y dijo que él hacía con la zarina todo lo que quería. La gente que estaba cerca de él, al oír esto, le preguntó si se trataba del famoso Rasputin y su respuesta fue levantarse los faldones que llevaba y mostrar su pene a todo el que estaba allí. Evidentemente esta historia se conoce porque arrestaron al santón por escándalo público, pero allí estaban una vez más los zares para sacarlo del marrón.

Algo que sucedió a nivel nacional e internacional fue la propagación de las malas lenguas. Se crearon panfletos con títulos como «Los secretos de los Románov» o «La vida y las aventuras de Rasputin», al igual que se crearon comedias para ser representadas en teatro en las que se parodiaba la vida de este… o incluso la industria pornográfica se dedicó a fantasear con todo lo que Rasputin podría hacerle a la zarina y a las mujeres que la rodeaban. 

Y, por mucho que Rasputin fuese una persona que creaba un escándalo innecesario en una época en la que la dinastía estaba perdiendo toda su fuerza y el respeto de los demás, siempre se salía con la suya. Esto se ve reflejado en la segunda estrofa de esta segunda parte en la que se comenta que «aunque había oído [Alix] todas las cosas que había hecho [Rasputin] / creía que era un curandero  / que podría sanar a su hijo»; un hijo que sufría de hemofilia, una enfermedad que creó a una madre histérica e hipocondríaca y a un pobre niño burbuja con una infancia muy diferente a las de sus hermanas, las grandes duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia. 

El zarévich era el principal motivo de la presencia de Rasputin en la vida de palacio, aunque, tras leer numerosos datos históricos, diría que no fue el único. Quizá la espiritualidad del curandero, místico, santón y follador era un bien más preciado para Alejandra que para el pequeño heredero; quizá en las palabras de Rasputin encontrase un tipo de paz inefable.

Ningún privilegio fue capaz de detener el fatídico final que le esperaba a Rasputin. Una asesinato realizado a sangre fría en el que, detrás de un sentimiento heroico-patriótico, se esconden monstruos con nombres y apellidos. 

 

He ruled the Russian land and never mind the Czar

But the kasatschok he danced really wunderbar

In all affairs of state, he was the man to please

But he was real great when he had a girl to squeeze

For the queen, he was no wheeler dealer

Though she’d heard the things he’d done

She believed he was a holy healer

Who would heal her son

Ra Ra Rasputin

Lover of the Russian Queen

There was a cat that really was gone

Ra Ra Rasputin

Russia’s greatest love machine

It was a shame how he carried on

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