Seguimos con la entrevista a la ganadora de poesía de este año (primera parte aquí). Esta vez, nos centraremos en su labor como investigadora y docente:
¿Es difícil investigar en España?
Sí, sin duda es difícil. Creo que no digo nada nuevo si insisto en que no se invierte lo debido en una tarea tan necesaria.
Hace apenas un par de años defendió una tesis que se titulaba El imperio nuevo de tu palabra: canon, tradición y ruptura en poetas cubanas de la Revolución. ¿Nos podría hablar un poco de ella? ¿Qué la incito a tratar ese tema? ¿Qué cosas ha aprendido? ¿Cuál fue el papel de las poetas? ¿Ha influido en su poesía?
La primera parte de mi tesis doctoral analiza la relevancia de la producción antológica como herramienta fundamental del estado revolucionario y las características y objetivos de su proceso canonizador. Para ello, lleva a cabo un largo recorrido a través de la casi totalidad de antologías poéticas publicadas en Cuba durante la segunda mitad del siglo XX (y principios del XXI). De esta labor de búsqueda y compilación surge un vasto fichero que consta a modo de apéndice. En esta parte aparecen organizadas según diversos criterios todas las selecciones poéticas cotejadas a lo largo de la investigación, incorporando la referencia bibliográfica y el índice de autores incluidos en cada una de ellas. La consulta de esta base de datos, fruto de un laborioso y largo proceso de recopilación, facilita el seguimiento de la primera parte de esta tesis y constituye una herramienta de gran utilidad —e inexistente hasta el momento— para el estudio de la producción poética cubana. Aunque mi pretensión ha sido recoger todas las antologías de carácter nacional publicadas en Cuba durante el régimen revolucionario, en determinadas ocasiones he incorporado algunas obras editadas en el exterior por considerarlas de especial pertinencia —generalmente porque, a pesar de estar publicadas en el extranjero, la selección está a cargo de un autor cubano—. De entre estas inclusiones, destacamos las antologías elaboradas en España, por resultar de especial interés la mirada construida desde nuestro país.

También dedico un apartado específico a las antologías que han recogido la escritura de mujeres poetas. Este apartado surge de la comprobación, a lo largo de todo el recorrido, de cómo el discurso hegemónico se construye sobre una ausencia: la de las mujeres, que no forman parte del entramado representacional sobre el que se construye lo revolucionario. La atención a este tipo de antologías nos hace plantearnos en qué momento y cómo son incorporadas las mujeres a la historiografía nacional cubana, esto es, en qué marco se inserta la escritura de las poetas que ocupan la segunda parte de este trabajo. Esa segunda parte, compuesta por cinco capítulos, se concentra en el análisis de tres autoras cubanas, cuya escritura y posicionamiento vienen marcados, principalmente, por tres momentos de la historia reciente cubana: el devenir de la producción poética de Georgina Herrera (1936) está fuertemente condicionado por el Triunfo de la Revolución y el desarrollo de las primeras políticas culturales del Régimen (1959-1970); la obra de Reina María Rodríguez (1952), en cambio, emerge en el contexto de transformaciones resultante del Quinquenio Gris (1971-1976), en el cual cristalizan y cobran fuerza concepciones poéticas divergentes de las hegemónicas; por último, Damaris Calderón (1967) comienza a publicar durante el Periodo Especial (década de los noventa), el último gran momento de reestructuración del circuito cultural cubano. Considero, pues, que la producción de estas autoras atraviesa los principales procesos de cambio experimentados desde el Triunfo de la Revolución, dando cuenta de la evolución de las polémicas en torno al lenguaje poético y a la gestión cultural del país. Sin ningún lugar a dudas, este profundo trabajo de investigación ha marcado mi concepción sobre la poesía y ha dejado huellas en mi escritura.
En El recelo del agua hay un verso que dice “Porque yo sí soy maestra”. ¿Siempre quiso ser maestra? ¿Cuál cree que es la labor de un maestro?
Comenzaré por la inevitable puntualización: que el yo poético de mi poemario afirme “yo sí soy maestra” no quiere decir que la autora lo sea. Sin embargo, en este caso sí coinciden los planos. Actualmente, ejerzo como profesora de lengua y literatura castellana en secundaria. Debo decir que no he querido ser profesora desde siempre. La necesidad de compartir y enseñar ha sido la consecuencia de un largo proceso personal (del que me siento muy satisfecha). La labor de un maestro es complejísima, pero se resume fácilmente, el maestro debe enseñar a mirar y a mí me gusta fijarme en las miradas de mis alumnos.
¿Cuáles son sus referentes como docente?
He podido disfrutar de excelentes profesoras en mi vida y ellas son mis modelos, desde la señorita Mari Carmen en el colegio hasta la catedrática Sonia Mattalía en la universidad. He sido muy afortunada.
Como alumnos, a veces hemos sufrido el no saber dar clases de un mal profesor, hecho que se da desde primaria hasta la universidad. ¿Cree que hay gente que opta por esta profesión sin ninguna vocación?
No creo en la vocación. Y si la vocación existiera, estoy convencida de que muchos profesores optarían por esta profesión sin ella, sin duda. Para ser un buen profesor hay que amar lo que se enseña y ser generoso para querer compartir la propia pasión. Todo lo demás, vendrá después.
¿Qué opinión le merece el sistema de selección de profesores actual? ¿Es justo para los jóvenes docentes, da verdaderas oportunidades? ¿Cree que puede ser contraproducente la seguridad de una plaza fija en la innovación docente?
Cualquier sistema es mejorable, por supuesto. Yo pasé por ese proceso el año pasado para poder ejercer de profesora de secundaria: era la primera vez que me presentaba, aprobé y conseguí una plaza. Así que para mí sí hubo una verdadera oportunidad en este ámbito. Sin embargo, el sistema de selección no es el mismo en todos los niveles educativos. A mí me preocupa mucho más, por ejemplo, el sistema de selección de profesores universitarios.
¿Cómo podría mejorarse nuestro sistema educativo? ¿Cuál debe ser el papel de un profesor dentro de esa mejora?
El papel del profesor en cualquier proceso de mejora educativa es fundamental pero resulta un error hacer recaer en esta figura toda la responsabilidad. Algunos de los cambios más importantes tienen que generarse a través de un marco legislativo estable que sostenga las actuaciones de los docentes.
Respecto a lo anterior, nos hemos dado cuenta de que la figura del alumno nunca entra en juego dentro de esa mejora. ¿Cree que los alumnos también han de estar implicados activamente en esa mejora a través de sus ideas?
Los alumnos deben estar implicados, así como todos los miembros de la comunidad educativa. Solo podemos conseguir mejoras reales si trabajamos en equipo, de eso no hay duda.
Hace poco supimos que la asignatura de Literatura Universal desaparecía del bachillerato. ¿Qué opinión tiene al respecto?
La pérdida de la asignatura de Literatura universal es dramática. Nuestro currículum debería caminar hacia los enfoques transversales, hacia las conexiones inevitables y enriquecedoras entre las diferentes culturas. Lo contrario sólo nos lleva a un egocentrismo improductivo.